Por Raúl Gotor
La
noche de los alfileres de Editorial
Alfaguara nos relata la crudeza obtusa de la sociedad peruana de los años
90 desde el prisma de la infancia preadolescente de cuatro estudiantes de un
colegio religioso: Carlos, Meco, Beto y Manu.
Santiago
Roncagliolo ganador del premio Alfaguara 2006 de novela con su libro Abril Rojo y
galardonado con el Independent Foreign Fiction Prize nos embriaga con este
thriller lleno de miedo, culpa y presión. Escritor, guionista, traductor y
periodista, Santiago sabe de lo que habla: peruano de nacimiento, ha vivido esa
Lima dura y complicada del siglo XX enmarcada por las bombas, los ataques y las
familias desestructuradas.
Nuestros protagonistas pasan los días sobreviviendo en
esa colmena jerarquizada llamada escuela por la mañana y perpetuando su
existencia con familias de diferentes índoles pero todas ellas marcadas por la
culpa de la sociedad peruana en general.
Narrada de manera retrospectiva y contada por los propios
protagonistas a turnos, relatan un hecho de su adolescencia que los marcó para
siempre. Aquella noche en la cual todos ellos cruzaron el límite de lo
permitido, en la cual se reencontraron con sus propios monstruos pero que a lo
largo de los años ha ido difuminándose en una sociedad donde las atrocidades
eran mucho peores.
Jóvenes que se auto exploran, que van conociendo sus deseos
y miedos. Víctimas de una estructura fuertemente jerarquizada, donde la
Señorita Pringlin, su tutora, será clave para el paso trascendental de oveja a
verdugo.
Fuertes y diferentes caracteres en cada uno de los cuatro
protagonistas hacen que la lectura de La noche de los alfileres sea totalmente subyugadora.
Carlos como chico responsable, Moco como el contrapunto a tal cordura. Manu, el
joven rebelde imberbe y Beto, de familia más estructurada pero interesado en un
amor imposible. Cada uno con sus propias experiencias pero todas enmarcadas
bajo mismos preceptos: la figura paterna, la situación del país y su violencia.
Esta novela ha captado toda mi atención. Personajes
perfectamente definidos, una historia nada compleja pero del todo atrayente y
una prosa por donde fluye absolutamente todo el conocimiento que el propio
autor tiene sobre los temas que aborda. Escenarios reconocibles en cualquier
barrio, casa o escuela de la época y con
tal detalle que hace que vivas la misma experiencia que Santiago quiere
hacernos trasmitir. De la pluma del autor surge un entrelazado de controversias
que genera dudas morales en el lector sobre la línea fina existente entre el bien
y el mal.
Diálogos rápidos, ágiles, acción sin pretensiones pero
abordada con una naturalidad majestuosa que hace pensar en cómo seguirán siendo
esos jóvenes, que un día presos de la irracionalidad más profunda de su ser,
marcaron un antes y un después en sus relaciones.
Recomendada para aquellos que les gusten los personajes psicológicos,
ir más allá de la trama en un relato y disfruten con los toques autobiográficos
novelescos.
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