Nuestros grandes amigos de la Editorial Impedimenta nos presentan la obra ganadora del Premio Akutagawa firmada por Hiroko Oyamada y con un título más que metafórico, Agujero.
Una portada que con su sencillez esconde su complejidad, con lo que parece una estampa real de una joven llevando unas flores blancas esconde su rostro tras lo que nos parece real dejando a la joven en otro plano, uno propio y personal solo para ella donde su rostro es visible de manera natural aunque a los ojos del lector queda oculto.
Voy a caer en un tópico importante pero realmente la grandeza de esta obra me ha recordado mucho a la obra de Lewis Carroll “Alicia en el país de las maravillas” no solo por su esencia en si misma de la obra sino por el juego entre lo real y lo imaginario, por una historia que podría ser sencillamente sencilla pero que esconde un mundo nuevo, es como si la realidad fuera un espejo y estuviera formado por varios pedazos, si sacamos uno la imagen que devuelve es distinta y a su vez es la misma.
La historia en si nos muestra la vida de Asahi, una ama de casa japonés a cuyo marido le han ofrecido un empleo en una zona lejana de Japón y a su vez cercana a donde nació, irán a vivir cerca de sus suegro y mientras su marido trabaja ella descubrirá los alrededores con gran curiosidad donde se topara con una especie de animal que la llevará a caer en un agujero donde su mundo cambiará ajustándose a ella.
Un mundo creado emocionalmente donde nada es lo que parece y la ficción llama a la puerta del lector.
Esta historia esconde a su vez temas actuales como el trato entre géneros, el aislamiento de las amas de casa y su solitud, la frustración creada por el mundo laboral, las dificultades en las relaciones de pareja e incluso con los demás. Un aislamiento tanto interior como exterior que se marca no solo en el personaje sino en el ambiente en el que vive.
Me gusta mucho la literatura japonesa, su cultura y sus tradiciones y esta historia me ha dejado en cierto modo descuadrada, no era para nada lo que me esperaba y ha superado con creces mis expectativas.
La prosa de la autora es como un susurro, su narrativa nos presenta unos relatos como quien cuenta un cuento pero consigue atrapar al lector con su tempo pausado y sus giros argumentales y ficticios, sus descripciones son muy detalladas y los personajes son muy sólidos creando una realidad que se fundirá con la ficción.
Es una obra que no podréis dejar de leer, al menos yo no pude… el lector cae en su agujero y no es que no pueda salir sino que no quiere salir hasta girar su última página, un hecho que hay que agradecer a la pulcra traducción de Tana Oshima.
Una novela que no debéis dejar escapar.