Llega a nuestras manos la
segunda entrega de la trilogía “El Affaire Stark”, tras descubrir el mundo de
Sylvia y Jackson en “Di mi nombre” hoy nos encontramos En mis brazos, una segunda entrega que se centrará más en los
secretos que esconde Jackson y que pueden hacer tambalear la relación que
existe entre los dos.
J.Kenner no se aparta de la parte erótica y sexual de la relación de los
protagonistas, pero empieza a mostrar una trama más profunda y la encorseta en
una trama corporativa, con secretos sacados a la luz y poniendo en peligro el
trabajo de Sylvia. Muchos son los nombres que pasaran por la mente de las
lectoras sobre quien puede ser la fuente de información, pero de momento nos
tendremos que conformar con meras conjeturas.
Un enemigo común de la
pareja y por motivos diversos intenta destruirles pero no está todo perdido,
aunque el final de esta novela relata un desenlace que apunta a problemas
mayores de los que ambos puedan afrontar solos.
Un aspecto que me ha
gustado es la evolución de los personajes y no solo en la cama, Jackson nos
revelará por obligación el secreto que esconde en Roonie, un pequeño torbellino
capaz de crear a su alrededor un tsunami de ilusión y amor puro, del mismo modo
que Damien empieza a comprender más a Jackson.
Esta segunda entrega que
nos presenta debolsillo mantiene el
tempo de la anterior, la trama es lineal a excepción de los secretos que nos
llevaran al pasado oscuro de los protagonistas, una lucha entre el pozo más
profundo y la luz de aferrarse con uñas y dientes a la persona que te da su
amor.
No nos engañemos, es una
novela más horizontal que vertical. El consuelo de sus almas lo expresan piel
contra piel, como un refugio donde aferrarse, pero a su vez la autora muestra
que el mundo real está fuera de cuatro paredes y que hay que buscar soluciones
a largo plazo.
Una novela de seducción,
de juego, donde brilla la erótica del poder y donde la familia está marcada por
el abandono o por el juego de roles perdiéndose por el camino.
Aquí os dejo sus primeras páginas para que continuéis viviendo el sueño de Sylvia y Jackson, o quizás en
este momento debería decir más bien su propia pesadilla.