No sé quién me ha sorprendido más esta vez, si el autor o
su obra, supongo que en este caso son un compendio por igual que me ha
fascinado de principio a fin.
La Madona de los
coches cama
de Maurice Dekobra es una novela
adelantada a su tiempo y que ahora tenemos el placer de descubrir de la mano de
la Editorial Impedimenta.
Una novela escrita en 1925, los felices años veinte y que
nos planteará una trama de espías, peligros, romances, amores prohibidos, venganzas
y mucho sentimiento.
La idea de la trama parece ser bastante sencilla y lineal
pero cuando empezamos a leer descubrimos la riqueza de sus matices, las
brillantes descripciones y la profundidad de sus personajes, llegando a mostrar
dos caras muy distintas de la sociedad.
Narrado en primera persona por el Príncipe Gérard
Seliman, el fiel valet de Lady Diana Wynham descubriremos a dos protagonistas
antagónicas que nos transmitirán alegría y agonía.
Lady Diana es una aristócrata inglesa que está harta del
esnobismo y la frivolidad de su clase, es una mujer excesiva y le divierte
ponerlos en jaque, es capaz de bailar desnuda en una gala benéfica, hablar
claro sobre su sexualidad y dilapidar su fortuna, pero todo lo divertido y caro
se termina, así que no le queda otra que recuperar unos campos de petróleo de
su difunto marido para poder vivir su estilo de vida.
Ahora estos campos están en manos de los bolcheviques y
será el Príncipe Gérard Seliman el encargado de recuperarlos. Aquí es cuando la
trama empieza a complicarse y a transformarse de lo que podría haber sido un
vodevil a un thriller de espías.
En esta segunda parte conoceremos a su antagonista, Irina
Muravieva, una mujer cruel y despiadada, una torturadora y asesina, un
personaje rodeado de un aura claustrofóbica y densa.
Una trama que parece ir componiéndose por piezas y que
encajan al final de una manera perfecta.
Me ha sorprendido la prosa rica en diálogos y como,
teniendo en cuenta la época en que fue escrita, como un hombre no solo
desarrolla una de las primeras obras de espías sino que sabe ponerse en la piel
de una mujer sin tapujos en temas de sexualidad.
En este contexto hay que felicitar a la traductora Luisa Lucuix Venegas por ser tan fiel
al original.
Si soy sincera lo que me llamó la atención de esta novela
fue la descripción que leí sobre su autor a quien se etiquetaba como bon
vivant, amante de Rita Hayworth, amigo de Chaplin y quizás uno de los modelos
para ser Tintín de Hergé.
Un hombre interesante en sí mismo, cosmopolita, viajero y
que partiendo de uno orígenes humildes llegó a lo más alto, eso sí, después de
cambiarse el nombre según la recomendación de una vidente africana.
Os dejo sus primeras páginas para que juzguéis por
vosotros mismos.