Con
un título más que metafórico os quiero presentar El guerrero a la sombra del cerezo, una novela histórica sobre el
Japón de la era de los Estados en Guerra (S.XVI) donde la jerarquía social
estaba regida por los señores feudales protegida por la casta de los samuráis.
En
Japón se comparaba la vida de un samurái a la de la flor del cerezo, efímera,
corta y regida por la naturaleza una y otra por la mano de su señor, por eso me
encanta el juego de palabras y de ideas que se encierra en el título, dado que
nos da una pista sustancial de sus protagonistas. Del mismo modo que la portada
reza “Una historia de venganza y redención en el Japón de los señores samuráis”.
La
cultura milenaria de Japón es muy diferente a la nuestra y quizás por ello
tiene un encanto especial que enamora y seduce con sus leyendas, tradiciones y
sus valores.
David B. Gil nos presenta una historia con un
tempo pausado, con silencios necesarios para recobrar el pulso y con escenas
que se intercalan dando un respiro a la trama subyacente.
Suma de letras nos invita a descubrir una gran traición, una venganza, una aventura en sí misma y una manera de vivir y sentir que convierten esta novela en una Sakura perfecta, florece en el momento que el lector abre sus páginas y se marchita al cerrar la última, pero a su vez y mientras vamos leyendo es una pura explosión de color y vida, un elemento casi creado por la naturaleza y que invita a hablar de ella entre amigos.
Pero
mejor que mis palabras os dejo las suyas.
¿Cuándo sentiste que el
mundo de la literatura te estaba esperando? Siempre me ha gustado contar historias, en forma de
relatos, partidas de rol que escribía para mis amigos o, simplemente,
imaginándolas en mi mente. El guerrero a
la sombra del cerezo, sin embargo, no era una historia como las demás,
podría decirse que durante años fue casi una obsesión. Si me hice escritor fue
para poder contarla.
¿Qué te impulso a
autopublicar “El guerrero a la sombra del cerezo”? El rechazo de las editoriales a
publicar una historia tan atípica. Me decían que una novela histórica japonesa
escrita por un autor español desconocido era algo demasiado arriesgado,
independientemente de que la novela les gustara bastante. Al final me tuve que
rendir a la evidencia y autopublicarla.
Licenciado en
Periodismo, Posgraduado en Diseño Multimedia y con un Máster en Dirección de
Redes Sociales. ¿Qué te aporta cada uno de ellos en tu faceta de escritor? Tengo claro que mi obstinación por
darle una base documental sólida a mis historias es una deformación profesional
que me viene del periodismo. Intento que todos los detalles que muestro en la
narración, desde el menú que se servía en una posada de la ruta Tokaido hasta
cómo se limpiaba una katana, sean fidedignos. A veces es un auténtico
quebradero de cabeza, pero estoy convencido de que el lector, aunque no sea
conocedor del tema, acaba percibiendo y agradeciendo ese esfuerzo.
¿Qué es aquello
imprescindible para ti a la hora de escribir? Música. Antes de empezar cada libro
creo una lista de reproducción que me pongo mientras escribo, y que va
creciendo con el paso de los meses.
Imagina que pudieras
hacer un viaje en el espacio y el tiempo y organizar una cena con grandes personajes
históricos. ¿Quiénes serían los invitados? Ya que estamos con la temática japonesa, me encantaría
conocer a los tres grandes pacificadores de Japón: Oda Nobunaga, Toyotomi
Hideyoshi y Tokugawa Ieyasu. Muy pocas veces a lo largo de la historia
coinciden en el tiempo y en el espacio tres personalidades tan inteligentes,
astutas y ambiciosas. Tres hombres con un mismo objetivo y tres formas
diferentes de intentar abordarlo. Al margen de la historia de Japón, creo que
el personaje histórico que más me fascina es Nelson Mandela. Cualquiera que
haya leído “Hijos del dios binario” lo
sabe.
¿Qué te gustaría saber
hacer mejor? Escribir.
¿Cómo te gusta
relajarte? Para
desconectar del todo voy al cine o juego con algún videojuego. Desde que
comencé a escribir, la lectura ha dejado de ser relajante. Ya no leo igual,
siempre lo hago intentando vislumbrar qué se mueve entre bastidores, qué
soluciones narrativas ha empleado el autor.
Un libro que te haya
inspirado… Muchos. El
señor de los anillos, Dune, Watchmen, El nombre de la rosa…
¿Cuál sería tu frase
para colgar en la pared? Depende
del día, pero hay una de Maya Angelou con la que me identifico bastante: “No hay
mayor agonía que arrastrar una historia sin contar en tu interior”.
Teniendo en cuenta la
autopublicación, el Premio Hislibris de Novela Histórica y ser finalista Del
Premio Fernando Lara ¿Qué te compensa más: el éxito de ventas, el éxito de
crítica o el seguimiento fiel de tus lectores? Lo más gratificante es la relación con
los lectores, comprobar cómo la gente conecta con una historia y unos
personajes que han salido de tu imaginación, que has sido capaz de tocar la
mente de alguien a través de las palabras. El problema es que de eso no se come
y, si quieres seguir escribiendo, necesitas vender libros.
Si te prohibieran escribir…
¿A qué te dedicarías? A
cualquier cosa con la que me pudiera ganar la vida dignamente. Mi primera
opción sería el periodismo, claro.
Ahora conocemos un poco
más al hombre tras la pluma que esgrime como Katana, vamos a descubrir algún
detalle de la novela.
¿Cómo ha sido el proceso
de documentación? Largo,
agotador, obsesivo. Postergué el proyecto durante mucho tiempo porque ya
anticipaba lo exigente que sería a nivel de documentación, pero cuando me metí
en el barro, comprobé que era más complejo de lo que imaginaba. Lo más difícil
no eran los personajes o eventos históricos, que son fáciles de documentar, el
mayor problema eran los detalles menores, cotidianos, que no vienen en los
libros de Historia y que son la urdimbre con la que se crea el retrato
costumbrista de una época y un país.
¿Por qué este período de
la historia de Japón? ¿Qué te sedujo de él? Es una época que tiene todo lo que un escritor podría
desear: batallas épicas, conspiraciones, duelos a espada, caballeros andantes,
amores imposibles, revueltas sociales, espías y asesinos... Y el exotismo de
una cultura y una filosofía vital muy diferente a la nuestra. Lo sorprendente
es que no haya más escritores occidentales dispuestos a aprovechar este gran
escenario literario.
¿Cómo confluye Japón en
tu vida? Mi primer
contacto fue con el manga, el anime y los videojuegos, creo que como toda mi
generación. Pero mi interés por el Japón histórico llegó en el instituto, que
es cuando uno comienza a tomar de verdad sus primeras decisiones lectoras, y me
dio por comprar un libro de Eiji Yoshikawa, el primero sobre la trilogía de
Miyamoto Musashi. Hasta entonces había leído sobre todo fantasía anglosajona, y
las historias de Yoshikawa tenían mucho de esos relatos de aventura, pero con
el añadido de saber que estabas leyendo sobre personajes históricos en una
época real. A partir de ahí comencé a buscar todo lo que se traducía sobre
samuráis: novelas, cine de Kurosawa, seinen manga histórico… De todo.
Esta novela tiene su
propia playlist en Spotify, pero si solo pudieras elegir una canción como su
banda sonora ¿Cuál sería? Probablemente
‘I was born for this’, de Austin Wintory. Refleja muy bien el espíritu del
viajero vagabundo y recoge algunos de los versos más hermosos de Matsuo Bashô.
Siempre se ha dicho que
parte del alma del autor queda atrapada en sus personajes ¿En cuál de ellos
residiría el alma de David B. Gil? Todos
tienen algo de ti, es inevitable, ya sea de tus filias o de tus fobias, de tus
fortalezas o tus miedos. Es la única manera de dotarlos de vida. Pero si me
preguntas por el que se parece más a mí, quizás sea Ekei Inafune, el médico
errante. Comparto con él una cierta visión del mundo y de la vida.
¿Qué ha sido lo más
difícil de construir en la novela? ¿Qué personaje es para ti el más redondo? Una de las cosas que más me preocupaba
era lograr que los personajes se comportaran como auténticos japoneses del
siglo XVI, no como personajes europeos. En esencia, los sentimientos y
emociones que han movido a la humanidad a lo largo de la historia son los
mismos, lo que cambia en cada cultura es la forma de expresarlos y gestionarlos,
de ensalzar unos y relegar otros, y quería que en ese aspecto mis personajes
tuvieran una actitud hacia lo que les sucede acorde a la mentalidad japonesa de
la época. Respecto a qué personaje considero más redondo, me resulta imposible
quedarme con uno. Los hay más arquetípicos y más difusos, más coherentes y más
imprevisibles, en función de las necesidades del relato. Sí intento que todos
mis personajes, incluso los secundarios, tengan un trasfondo que justifique su
forma de ser y su visión del mundo, aunque este trasfondo no esté explicitado
en el relato.
Tus descripciones son
muy detalladas, casi fotográficas sobre los lugares y su naturaleza ¿En ellas
se esconde la experiencia propia? Son
más fruto de la imaginación que de la experiencia. Muchos de los paisajes que
aparecen en la novela, sencillamente, ya no existen o se hallan profundamente
transformados. Sí es cierto que cuando recorres el interior de Japón a día de
hoy, aún descubres enclaves que parecen directamente extraídos de aquella
época, lugares poderosamente evocadores que te ayudan a escribir con una imagen
más potente en la cabeza. De todos modos, si alguien se detiene a analizar las
descripciones que aparecen en la novela, verá que no es muy profusa en
detalles, busco más bien dar las pinceladas claves, jugar con unos pocos
elementos que susciten la imaginación del lector. Cuando me dicen que tengo un
estilo muy visual lo considero una buena señal, significa que he logrado
activar la imaginación del lector.
¿Crees que se podría
definir la novela con un Haiku? Creo
que el haiku y la novela son dos expresiones literarias muy distintas. El haiku
parte de la sencillez para provocar una emoción en el lector, para crear una
imagen fugaz, ya sea sutil o poderosa. La novela, por el contrario, cuenta una
historia, es ante todo narración. Aunque es cierto que he tratado de lograr con
El guerrero a la sombra del cerezo
esa sencillez de formas, esa emotividad desprovista de artificio que vibra en
el interior de un haiku, porque creo que es parte de la esencia misma de Japón.
¿Tienes algún proyecto
nuevo en mente? Si es así, ¿será de temática parecida o nos sorprenderás con un
cambio radical como tu segunda novela “Hijos del dios binario”, que es
totalmente diferente, pura ciencia ficción? En mi tercera novela volvemos a Japón, de nuevo con una
historia de aventuras, viajes e investigación con un trasfondo histórico, ambientada
unos años antes de El guerrero a la
sombra del cerezo.
Para finalizar nos
gustaría que contestaras a la pregunta de la casa. ¿Cuál es aquella pregunta
que nunca te han hecho y crees que has de responder? ¿Nos la puedes contestar?
¿Cuántas historias más
tienes dentro de ti? Solo
tengo una, la que esté escribiendo en este momento.
Te deseamos mucho éxito
y leer pronto nuevas incursiones literarias escondidas bajo tu firma.
Atentamente
Núria Sánchez Vicente