Valerio Massimo
Manfredi es un nombre propio en el campo de la arqueología y de la historia
del mundo antiguo, una celebridad entre expertos y aprendices, entre enamorados
de la historia y aventureros al más puro Indiana Jones, un hombre capaz de
sentar catedra y mostrarnos a través de su pasión y su humildad los secretos
escondidos entre las arenas del desierto, ideas que quedaron plasmadas en
papiro y maravillas que solo unos pocos pudieron soñar.
Entre sus obras podemos encontrar la trilogía Aléxandros, “La última legión”, “El
tirano”, “El imperio de los
dragones”, “El ejército
perdido”, “Los idus de marzo”,”
Odiseo. El juramento”, “Odiseo. El retorno” y próximamente
“Teutoburgo”.
La
obra que hoy nos interesa es Las
maravillas del mundo antiguo donde el autor nos presentará los
jardines que un rey hizo construir para su amada, también conocidos como los
jardines colgantes de Babilonia.
Una tumba desmesurada para un solo hombre, la
gran pirámide de Guiza. Un dios con carne de marfil y ropajes de oro,
sentado en su trono, o el Zeus de Fidias. Una estatua de bronce de
treinta y dos metros de altura, el desafío de un discípulo a su inalcanzable
maestro mostrándonos el coloso de Rodas.
El espectacular sepulcro rodeado de columnas de un reyezuelo presuntuoso
conocido como el mausoleo de Halicarnaso. El templo más grande jamás
construido, erigido para la diosa helena de la caza, los animales salvajes, el
terreno virgen, los nacimientos, la virginidad y las doncellas, el templo de
Artemisa. Una torre en una islita cuya luz guiaba a los navegantes
desorientados en la noche más conocido como el faro de Alejandría.
A estas siete maravillas de
mundo, de las cuales solo se mantiene en pie la gran pirámide de Guiza, el
autor añade una octava menos conocida e igualmente excepcional: la tumba-santuario
de Antíoco I en la cima de una montaña de Turquía.
Muchos podrías pensar que
esta apuesta de Debolsillo es solo
para los amantes de lo clásico, de lo perdido y de un sueño del mundo antiguo,
que quizás en lugar de ser siete las maravillas del mundo podrían ser tres o
doce, pero la realidad es que su lectura es muy amena, invita a descubrir mucho
más sobre lo que unas civilizaciones antiguas lograron con su esfuerzo incluso
adelantándose a su propio tiempo.
Ahora el mundo es demasiado
competitivo, creamos nuestros propios rascacielos intentando superar al
anterior, olvidándonos que ese sueño ya existió en la Torre de Babel que tocaba
el cielo y las nubes.
No dejéis escapar la
oportunidad de aprender un poco, de viajar en el tiempo, de abrir la mente a
nuevos horizontes, de ser un poco Indiana Jones y buscar entre sus referencias
y citas algo nuevo que pueda encender esa chispa de imaginación sin olvidarnos
de recrearnos en sus ilustraciones de lo que quizás pudo ser y no fue.
Por una vez olvidemos la ciencia
ficción y el mundo del futuro y andemos sobre los primeros pasos de la
civilización que dejaron un legado tangible para los sentidos.
Aquí os dejo su prólogo
sobre las siete maravillas, una introducción de lujo para una obra bien medida
y llena de secretos.