Respira Rebecca,
Respira… cambiando el nombre de nuestra protagonista a más de una o a casi
todas y todos ha habido algún momento donde nuestro Pepito Grillo nos ha
susurrado que respiráramos antes de decir algo inapropiado, pero por mucho que
Rebeca respira acaba explotando contra la mayoría de la población.
Bárbara Alves nos
presenta a una mujer de treinta y ocho años con un trabajo que no la llena,
tres hijos que la traen loca y un marido divino que desaparece por el foro con
gran facilidad. Rebecca es imperfecta, malhablada, ingeniosa y sincera, aunque
para mi gusto se pasa de la raya.
Ediciones B nos
ofrece una novela fresca, con grandes dosis de ironía poco fina y muy directa,
con un lenguaje poco formal y poco comedido.
La autora nos muestra una de las caras de la moneda de
muchas mujeres, más que en la forma en el fondo, exagera sus reacciones
culpando a todo lo que se menea menos admitir que Rebeca podría cambiar un
pelín, del mismo modo que entre sus amigas se despellejan vivas pero con buen
rollo y muchas gitanas en el WhatsApp, en el trabajo su jefa la mangonea y ella
se rebota contra las clientas del gimnasio que están en forma y desearía
hacerlas engordar a todas.
Básicamente Rebecca esta frustrada por su vida, su hijo
mayor es un adolescente con las hormonas revolucionadas, su hija de nueve años
es una adulta en miniatura y su bebe de dos años la agota, con ellos tres debe
hacer malabarismos.
A Rebecca hay que conocerla.
La prosa es muy fluida y rápida de leer, juega con
introducir el formato WhatsApp y enfatizar con mayúsculas la voz de cabreo, esta
historia es ideal para olvidarse del mundo, ver que no a todos nos va bien y
que hay muchas maneras de afrontar las cosas, ya sea que tu ex sale con otra,
que tu peso no es el que quieres, que tus hijos son revoltosos o que tu marido
es un caso aparte.
Me han gustado los personajes secundarios y cómo interactúan
con ella, ya sea por redes sociales o como amigas deslenguadas.
Creo que la portada de la novela ya nos dice mucho de la
protagonista y su actitud frente al mundo, una peineta, una copa, el cigarro y
cierra los ojos frente a lo que no le interesa.
Si vosotras tampoco sois perfectas comprenderéis a Rebecca,
pero recordad que o que criticáis de los demás también lo pueden criticar de
vosotras. Una novela donde los dardos envenenados con mala leche vuelan de
espalda en espalda y en alguna ocasión con poca puntería.