Por Raúl Gotor
Premio Pulitzer de Ficción 2015
Un
corazón puro puede brillar aun en la noche más oscura. Y en el más terrible de
los tiempos
Debolsillo nos enseña de la
mano de Anthony Doerr las crueldades
de una época enmarcada por la Segunda
Guerra Mundial, en el momento en que Alemania ocupó Francia.
La luz que no puedes ver habla sobre Marie-Laure, una niña ciega francesa que
vive con su padre y se ve obligada a vagar por Francia junto a él en tiempos de
ocupación nazi. Presos de un pequeño gran secreto que jamás debe caer en manos
de las personas equivocadas, el destino hará que lleguen a casa de su tío
Etienne, un hombre particularmente extraño que permanece enclaustrado en su
habitación pero que el amor por su sobrina hará que rompa su ostracismo creando
un héroe al uso para ellos y sus convecinos.
Paralelamente, Werner es un niño alemán que vive en un
orfanato junto a su hermana Jutta. Lleno de sueños y deseos, su pasión, la
radio, hace que no quiera ni plantearse acabar de minero como todos sus aldeanos.
El día en que es llamado a filas alemanas para su entrenamiento en la Guerra culmina
una etapa de candidez a la cual ya no habrá vuelta atrás.
Las vidas de estos niños, en bandos diferentes de un
mismo horror convergerán tarde o temprano y la radio hará que dos vidas
completamente diferentes se encuentren.
Anthony Doerr hila fino un relato de casi 700 páginas donde
ya en las primeras líneas no tendremos dudas de que nos encontramos ante un
escrito totalmente estudiado, artísticamente planeado.
Una novela donde aunque se narre un evento tan
terrorífico como la Segunda Guerra Mundial, no se ceñirá a contarnos los
pormenores de un bando u otro, sino las experiencias personales vistas desde
los ojos (o la yema de los dedos) de dos niños.
Un libro lleno de capítulos cortos, los cuales quizás
pequen de querer ahondar demasiado en la psicología humana sin llegar a
profundizar y avanzar en la trama.
Durante su lectura
puede que nos sintamos perdidos ante tanto salto en el tiempo, tanta adjetivación
innecesaria y con la compañía de personajes secundarios que nada puedan llegar
a aportar. No se puede negar que, escrita de una forma majestuosa, nos hallamos
ante una novela llena de sentimiento, aforismos y máximas donde el arte de la
narrativa de su autor brilla con luz propia.
Recomendada para aquellos que sepan degustar las cosas
buenas de la vida sin pensar en sus momentos malos, para aquellos que sepan
desnudar una obra maestra con deleite, sin pensar en tiempos ni florituras.