Hoy
os presentamos la última novela de X. R.
Trigo, uno de los padrinos de este blog y un escritor sin igual.
Amante
de la literatura, de la historia, de la fotografía y de cualquier muestra de
arte tiene siempre los ojos abiertos y las orejas preparadas para nutrirse de
nuevas historias para poder contar y acercárnoslas con su prosa poética y
majestuosa.
Gracias
a su última novela titulada El objetivo del crimen conoceremos a Erika Ernemann. Una mujer con una gran historia a
la que el autor homenajea en esta obra.
Esta
novela policiaca que nos ofrece Ediciones
B es el detonante de una saga que va mucho más allá del género detectivesco
y policial y nos muestra el toque histórico que tan bien narra dicho autor y le
sirve como marco de fondo para rendir tributo a una mujer que es un ejemplo de
superación, coraje y valentía.
Como
si de fotografías se tratara esta mujer revivirá imágenes que han cambiado su
vida y verá como hay cicatrices que han cerrado y otras que siguen sin sanar.
Es
increíble lo cercana que es esta novela; la trama, Erika, los enigmas, la
fotografía… Todo está en su justa medida para hacer de este libro una obra de
arte a tener en cuenta y que seguro será un éxito el próximo San Jordi.
Solo
hay una combinación posible: literatura más fotografía es X. R. Trigo.
¿Cuándo sentiste que el
mundo de la literatura te estaba esperando? La verdad es que
desde muy pequeño, durante los viajes con mis padres, ya llevaba conmigo un
cuaderno de notas y una cámara, una Kodak esencial, la Fiesta, que necesitaba
pequeñas bombillas de un solo uso cada vez que querías hacer una fotografía en
interiores. Pero, para contestar más certeramente tu pregunta, te diré que
empecé escribiendo cuentos y lo que yo llamaba ensayos. La ficción fantástica, Poe,
Lovecraft, ocupó buena parte de mi adolescencia y, poco después, la gran
literatura sudamericana de los 60-70 – Onetti, Cortázar, Borges, Macedonio…
Fotógrafo y escritor.
¿Qué te atrae más de cada género? ¿Qué te aporta cada uno? Durante muchos años he considerado que
la fotografía me completaba como escritor. De hecho una de mis maneras de
documentarme es hacer centenares de fotografías de los escenarios donde luego
pasaran mis novelas. Mi padre es pintor y la imagen ha tenido una importancia
capital en mi vida desde siempre. Diría que la fotografía captura instantes en
el tiempo y la literatura los desarrolla. No obstante, también es posible
explicar historias a través de la fotografía y sentirse atrapado por los
colores o las formas.
¿Es cierto que una
imagen vale más que mil palabras? ¿Cómo lo vives como autor en ambos campos? Creo que a pesar de cómo se comunican
entre ellas son dos disciplinas artísticas diferentes. Aunque existen maridajes
muy interesantes, con mucha frecuencia desconfío de la fotografía que necesita
palabras para enfrentarse al mundo y viceversa. Son lenguajes que han de darlo
todo para conmover los lectores o los espectadores; cuando se juntan ya forma
parte de un experimento, a veces feliz, otras no tanto.
¿Qué es aquello
imprescindible para ti a la hora de escribir? Tener una historia que explicar, unos
personajes interesantes a los cuales conozca como si fueran mi propia familia y
leer continuamente, ver películas o series, alimentar mi ansia de ficción.
Imagina que pudieras
hacer un viaje en el espacio y el tiempo y organizar una cena con grandes
escritores. ¿Quiénes serían los invitados? Serían bastantes los invitados y entonces quizá empezaría
a dudar de su efectividad. Pero como imprescindibles, un gran conocedor de cómo
se distribuyen los espacios en literatura, como W. G. Sebald; un escritor
fascinado por la vida interior de los personajes, como Juan Carlos Onetti, y,
naturalmente, alguien capaz de descubrir la belleza y la tensión del lenguaje,
como Clarice Lispector.
¿Qué te es
imprescindible a la hora de escribir? ¿Y a la hora de captar el momento con la
cámara? Para
escribir, una cierta organización mental que se produce después de muchas horas
de estudio y análisis de lo que quiero hacer. Para hacer fotografías que
realmente me importen, concentrarme en que no existe nada más allá de los
márgenes del visor de la cámara. Cualquiera de estas premisas, no obstante,
tiene sus propias contradicciones que, a veces, dan lugar a maravillosos y
felices hallazgos.
¿Qué te gustaría saber
hacer mejor? No puedo
responder a cuál es la disciplina que más me satisface, depende del momento, de
aquello que quiero expresar. Entonces elijo una u otra y siempre pongo todo lo
que sé para que el resultado merezca la pena. Que una novela quede en el
corazón de los lectores y lectoras es fascinante, pero también que perviva una
imagen a pesar del paso del tiempo, como aquella de Cartier Breson donde se ve
una bicicleta que pasa veloz al final de unas escaleras y que sirve como
símbolo en la novela.
¿Cómo te gusta
relajarte? Hacer
fotografías en la naturaleza me relaja mucho. Leer buenas novelas o descubrir
nuevos lugares con mi pareja, la escritora Coia
Valls. Alimentarnos juntos de nuevas sensaciones y, más tarde, ponerlas
sobre la mesa y discutirlas. También la música y una cena tranquila con amigos.
Un libro que te haya
inspirado… En
fotografía podría nombrar muchos, pero por ejemplo Leer, de André Kertész, con imágenes maravillosas de gente leyendo.
En literatura, entre muchos otros, la maravillosa crónica literaria que es Praga en tiempos de Kafka, de Patrizia
Runfola.
¿Cuál sería tu frase
para colgar en la pared? Deja
que me ponga clásico y elija una de Hesíode: “El amor es el arquitecto del
universo.” Y también una de Plutarco: “La perseverancia es invencible.”
La fotografía y la
literatura se dan cita en tu nueva novela titulada “El objetivo del crimen”.
¿Crees que tu personalidad se puede ver reflejada en la historia a través de
tus grandes pasiones? Creo
que ese reflejo es inevitable en toda obra de ficción. Escribes a partir de lo
que eres, de quién eres, de tus experiencias, de tu forma de enfrentarte a la
vida. Por otra parte, pienso que un libro vale la pena cuando es capaz no solo
de reflejar tus convicciones, también de poner sobre la mesa elementos
suficientes para que el lector pueda convocar sus propias vivencias y así
completar la obra. Todo lenguaje, fotografía, literatura, etc., necesita
alguien que sepa leerlo y lo interprete. En ese sentido, también el lector lee
desde su experiencia y necesita puentes que lo transporten a la ficción. El
gran desafío es que el lector/espectador se vea animado a compartir contigo la
experiencia creativa.
¿Qué pensaste al
descubrir la historia de Erika Ernemann? Desde hacía mucho tiempo que le daba vueltas a una
necesidad, la de reunir las dos disciplinas, fotografía y literatura, en un
libro. Es cierto que podría haber hecho un libro con fotos y poemas, por
ejemplo, que quizá acabaré haciéndolo, pero cuando conocí a Erika Ernemann y
escuché su historia me di cuenta que era la oportunidad esperada.
¿Cómo te sientes al
darle voz a una mujer tan especial y a todo lo que ha vivido? Ha sido un proceso difícil. Al
principio, a pesar de compartir su historia conmigo, no me dio permiso para
utilizarla, por más que yo le expliqué cómo tendría que ficcionarla para
convertirla en un argumento atractivo para los lectores. Después, cuando le
propuse dar a conocer su existencia a través de un seudónimo, se sintió más
conforme. Aunque físicamente se encuentra muy bien, es una persona mayor que
quiere vivir tranquila estos últimos años y continuar con su pasión sin
cortapisas, hacer fotografías.
Me
siento agradecido, pero también me doy cuenta que tengo una gran
responsabilidad explicando su historia. No me gustaría decepcionarla. Por
suerte, le ha gustado el primer libro de la serie y confiesa que se ha
divertido viéndose convertida en personaje de ficción.
La
invención del seudónimo también ha permitido que acceda a mostrar algunas de
sus fotografías en perfiles de Instagram o Twitter que yo mismo le administro.
La verdad es que me siento afortunado.
¿Qué es más difícil:
escribir a partir de una historia real o partir de cero desde la propia
imaginación? Es
imposible partir de cero. Siempre necesitas todo lo que acumulas en tu
experiencia para narrar. Somos lo que leemos, lo que vivimos, las historias que
nos explican o que vemos en el cine o en la televisión… Todo esto es Borges, cómo
nos habla que la experiencia como un conjunto de vivencias, “reales” o no, que
acaban mezclándose en la memoria. Cuando escribes, las convocas, y solo así
puedes seguir adelante. Más que la historia, pues, cuando el personaje es una
persona viva, que ya tiene una historia previa a la que tú puedes imaginar,
todo resulta más difícil. Pero si los resultados son del agrado de todos la
satisfacción es enorme.
¿Qué canción crees que
podría expresar los días de Erika? Yo
no te diría una canción sino una música, la de Shostakovich. Me ocupo la mente
desde el primer momento, sobre todo la sinfonía número 7, Leningrado. Pero no
me preguntes los motivos, son asociaciones difíciles de explicar.
¿En qué os parecéis
Erika y tú? Sin duda
ella me supera en muchísimas cosas, pero me gustaría parecerme a Erika en su
pasión por la fotografía, en su búsqueda de imágenes cada vez más impactantes,
en cómo quiere dejar constancia fotográfica de las cosas que le importan.
En la actualidad hay
muchos escritores mediáticos. ¿Crees que los verdaderos escritores como tu
tenéis que justificaros aún más por el trabajo que desempeñáis? No siento que me tenga que justificar,
pero se debe tener en cuenta que escribir o fotografiar tiene siempre una
segunda parte que es el diálogo con el lector o con el espectador. Como
premisa, no debes explicar obras, porque ellas no deben necesitarte. Si te
necesitan quiere decir que son intentos fallidos. Pero el encuentro entre el
emisor y el receptor abre nuevas vías, nos enriquece como personas y conecta
mundos. En muchas ocasiones resulta positivo. ¿Qué te acabo de decir una
contradicción? Sí, pero es que nadie puede creer que las cosas son blancas o
negras. Mira las grandes fotografías en blanco y negro; si las observas
detenidamente, te das cuenta que en realidad su fuerza reside en una gama
infinita de grises.
¿Qué te compensa más: el
éxito de ventas, el éxito de crítica o el seguimiento fiel de tus lectores? Lo único que realmente compensa el
enorme esfuerzo de escribir es aquel momento en que aparece un lector o lectora
y te dice: “¡Me he sentido tan a gusto dentro de tu novela!” Esa sensación de
haber creado un mundo donde los lectores se pueden retirar por unas horas,
vivir otras vidas diferentes a las suyas… Eso nos compensa.
Si te prohibieran
escribir y no te dejaran hacer fotos… ¿A qué te dedicarías? Quizá me dedicara a mirar, a pasear
por lugares que me gustan. O tendría muy presente las palabras de la gran
fotógrafa Annie Leibovitz.
En una ocasión, hablando de sus primeras fotografías, dijo que eran como sueños
que había enmarcado dentro de unos límites muy concretos, las ventanas del
coche de sus padres, con el que siempre iban de un lado para otro. Los marcos
de las ventanas sirvieron para construir sus primeras fotografías, unas
imágenes que no eran reales, pero que han pervivido en su memoria como si lo
fueran. Por tanto, quizá me sentara en el interior de algún coche abandonado y
fuera enmarcando la vida de esta manera.
¿Cómo imaginas la Diada
de San Jordi de este año? Puestos
a soñar, que cada lector lleve un libro mío bajo el brazo… Es broma, ningún
escritor puede aspirar a escribir para todo el mundo, eso querría decir que la
simplificación y la uniformidad habrían vencido. En el fondo lo que deseas es
que este maravilloso diálogo entre autores y lectores no acabe nunca, que se
ensanchen sus límites y que todos podamos disfrutar en un día tan especial.
Para finalizar nos
gustaría que contestaras a la pregunta de la casa. ¿Cuál es aquella pregunta
que nunca te han hecho y crees que has de responder? ¿Nos la puedes contestar?
Me han
hecho muchas y muy variadas, pero quizá pregunten poco por cómo se enfrenta un
creador a sus propios límites. Cualquier tipo de creación te obliga a
trascenderlos y eso supone forzar todas las costuras, inventar maneras para asaltar
los cielos. Es evidente que pocas veces lo consigues de verdad, que resulta muy
subjetivo afirmarlo, pero cuando te queda una mínima convicción de que has ido
más allá de tus límites das por buenos todos los sacrificios.
Mil
gracias amigo por estas palabras. Te deseamos el éxito que mereces por ser un
amante del arte y una grandísima persona con tus lectores y amigos.
Ángela Sánchez Vicente
La Petita Llibreria