Hoy voy a compartir con vosotros un gran descubrimiento, la pluma de Gabriela Margall, una joven argentina
que consigue convertir la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores en un
personaje propio en su nueva novela, El
secreto de Jane Austen.
Una novela que disfrutaran sobre todo las chicas Austen, dado que a lo
largo de su prosa recordaran sus novelas y la visión de nuestra protagonista de
ellas.
Nos preparamos por un viaje en la vida de Laura Robles, una joven
historiadora que mientras cursa su doctorado escribe la novela de sus sueños,
pero no os equivoquéis, esta novela no es de época aunque al leerla con
detenimiento tiene raíces Austen, mostrando el poder del dialogo en sus
personajes y la importancia de un simple roce, una mirada y como no el primer
beso.
Laura ama el mundo de las letras y junto a su mejor amiga Ana y su
compañero Alejandro, todos catedráticos en historia, se enfrentan a retos
personales y profesionales.
La vida de Laura cambiará cuando conoce a Julián, un hombre cañón pero
parco en palabras y que al principio le cae mal, quizás la situación y su amigo
en común haga que esa apreciación cambie.
Esta novela es sobre la superación personal, sobre la búsqueda de los
sueños, sobre la amistad y la familia, no se trata solo de reflexiones
literarias, se trata de la vida, de los problemas diarios como coger el autobús
para un trayecto largo, el frio que cala los huesos y de deseo.
Me ha sorprendido la calidad de los personajes, no solo los protagonistas,
sino el carácter contrapuesto de Ana y Alejandro, el amor que Laura siente por
su tío y viceversa, es una novela coral que llevará a sus protagonistas a ser
mejores de lo que esperaban.
El toque de gracia, para mi gusto es que Vergara no ha traducido la novela, no es que el argentino sea muy
distinto al castellano, pero ese aire y su cadencia del lenguaje hace más fácil
imaginarnos por las calles de Buenos Aires. La única pega que le podríamos dar
es que al tratar temas históricos de las tesis doctorales de las chicas se nos
escapan los personajes, pero la autora los enmarca muy bien facilitando unas
ideas básicas.
Una novela que termina con una locura y que deja con ganas de descubrir las
obras anteriores de la autora.
Estáis todos invitados a Las Violetas a tomar un té y unos macarons, y a
pasear por las calles de Buenos Aires.