Hoy nos despedimos de la
trilogía “El affaire Stark” hemos conocido los más oscuros secretos de Sylvia
en “Di mi nombre” y los de Jackson en “En mis brazos” pero lo que prometía ser
una historia más de pasión da un giro inesperado en Bajo mi piel al mezclarlos con la trama de un asesinato.
Un demonio ha ido al
infierno y todo apunta a la mano de Jackson, J.Kenner añade a esta problemática la opa hostil que está
dificultando el proyecto del resort.
Varias líneas
argumentales se van entremezclando hasta dar con el verdadero asesino, una
sombra que puede terminar con ellos. Aunque el contrapunto a esta sombra lo da
Roonie, la pequeña y vivaz hija de Jackson quien solo con su presencia aporta
esperanza a la trama.
Todo ello enmarcado en la
complicada relación pasional y sexual de sus protagonistas como vía de escape y
de control sobre sus propias vidas.
Una trilogía que se
cierra para nosotros de la mano de debolsillo
pero que se abre al futuro de nuestros protagonistas, y que reconozco que me
gustaría saber un poco más sobre la vida de Cass, la amiga de Sylvia y de
Ethan, su hermano. En este caso la construcción de los personajes secundarios
da un poco más de juego mostrando las difíciles relaciones familiares y el
pánico que puede producir hacerse cargo de un hijo.
Un final esperado, aunque
la autora intenta despistar al lector con tramas legales y conspiraciones, la
idea lineal de él con ella y del infierno de él sin ella, y a la inversa, hace
patente que todo no está escrito y que una vuelta más de tuerca es posible.
Esta última entrega
profundiza más en la personalidad de los personajes y en sus miedos, pero no en
los pasados, sino los presentes y aquellos que les deparará el futuro.
Con su prosa fluida y sus
descripciones casi fotográficas, somos capaces de vislumbrar el proyecto del
Resort, del olor a wiski compartido en vasos de cristal por dos hermanos antes
enfrentados, del sol de la playa bañando el amanecer y de las promesas
susurradas entre las sabanas más delicadas.
Una experiencia sensorial
para corazones apasionados, mentes abiertas y futuros inciertos.
Si queréis despediros de
ellos, aquí tenéis sus últimas primeras páginas que a mí me han conquistado con
su primera frase:
“Hay paz en los momentos
que separan el sueño de la vigilia”