divendres, 15 de maig del 2020

En la casa vacía


Hoy os voy a hablar de mi última lectura, una novela marcada por el estudio de un personaje, una obra oscura, dura, cruel, dolorosa, donde se tocan temas sociales y donde la propia piel molesta.

Manuel Barea nos presenta En la casa vacía, un título contrapuesto a los momentos duros que vivimos como sociedad donde precisamente lo que no está vacío son las casas.

Narrada en primera persona conoceremos a Eva, una mujer que convive con el dolor físico y el espiritual, una mujer que se marchó de casa y que desde entonces ha ido de trabajo malo a otro peor durante diez años, una vida sin alicientes donde la monotonía del día a día la están apagando y a su vez la ira interior se empieza a abrir camino.

Una historia no falta de ternura, de denuncia social sobre el trato a las mujeres, la precariedad laboral, la religión y el dolor que solo se puede expresar en forma de agua saliendo por los ojos y enturbiando la mirada.

Todo se complicará cuando la casera del lugar donde vive la echa por no pagar, ese momento la marcará a volver a la casa que abandono, a ese pueblo donde ya se había marcado su destino y con una opción frente a sus ojos… aceptar lo inevitable o probar algo diferente.

Debo destacar, y espero que el autor me lo permita, que me ha llamado más la atención su prosa que su fondo.

Esta historia está dividida en tres partes, las dos primeras son como poesía sin métrica medida, frases cortas, breves, como golpes secos encima de una mesa de madera. No hay florituras, dice lo que quiere decir ni más ni menos, la prosa es muy concisa, clara, directa, es como si le dijera al lector esto es lo que hay y es lo que os voy a contar, no busquéis más que no lo vais a encontrar… aún.

La tercera parte cambia radicalmente, es como un párrafo sin fin, un final inesperado que en cierta manera llevará al lector de nuevo al principio de todo desde el propio fin.

Este final llega a dar vértigo, toma un aire in crescendo, su velocidad es como de cero a cien en el giro de una página, un hecho que personalmente no había encontrado en ninguna lectura anterior.

Una lectura que nos lleva al principio como yo ahora os intento llevar a la portada, donde una mujer, nuestra Eva, en un primer plano y solo marcada por su sombra interior nos presenta unas ventanas medio cerradas, unas casas sin vida, un reflejo triste de su propia existencia.

Felicitamos a la Editorial Alrevés por sus diez años de brillantes lecturas, de sus apuestas por la cultura de proximidad y por su gran equipo humano. Gracias por pensar en el lector.