Tras el empacho de romanticismo, corazones por doquier,
bombones, flores y tópicos y típicos del día de los enamorados queremos
aportaros un libro donde se retrata el amor con el formato literario más
romántico pero con un contenido y un vocabulario muy actualizado.
En este volumen podemos encontrar la evolución de la
poesía, las variaciones que ha ido adquiriendo con el paso del tiempo y los
matices personales de los VVAA que
firman sus poemas.
Al pensar en poemas de amor tenemos la idea
preestablecida de pensar en aquellos en que el ser amado era admirado hasta la
saciedad o donde cada virtud era realzada hasta la máxima potencia. Son y serán
muestras de literatura muy bellas y románticas pero seamos realistas, quien
habla o piensa así hoy en día.
En esta antología de poetas del siglo XX, ensalzan la
vida cotidiana, la duda sobre la infidelidad, los diferentes tipos de
matrimonios o uniones, el choque de dos mundos y una larga lista de temáticas
con las que nos es mucho más fácil vernos reflejados o identificar en ellos
vivencias propias o de nuestro círculo más cercano.
Una lectura te tiene que despertar la curiosidad,
sugerirte que pienses en como vives y darte una bofetada de realidad.
Gracias a Lumen,
podemos tener en un solo volumen las mejores producciones reunidas con sumo
esmero.
Habrá muchos que preferirán las tradicionales cursiladas
amorosas de siglos pasados y muchos otros se decantaran por esta nueva
propuesta actual y más acorde con nuestro contexto social. En mi caso, prefiero
quedarme con ambos, pues no son excluyentes y cada uno aporta una visión del
amor adecuada a su tiempo y espacio.
Si todo cambia, tenemos que ser capaces de reestructurar
nuestra mente y apreciar las verdades de Amor
de muchos días, quizás un amor más real aunque sea un poco menos idílico.
Os lo recomiendo, sorprenderéis a vuestras parejas con
estos fragmentos que evocan un amor actual, vigente, fresco, ágil y dinámico.
Si me permitís, es dejo con mi favorito.
LA
COLCHA ESTRELLADA
Un
logro difícil para los verdaderos amantes
es
yacer mudos, sin abrazarse ni besarse,
sin
susurros ni suspiros ahogados
cada
uno balanceándose en el esplendor del otro.
No
menospreciemos los labios o los brazos
como
seguro de constancia,
o
el habla como necesaria comunicación
cuando
las almas tan dolidas van a tientas por la oscuridad.
Aun
así los amantes que han conocido este último refinamiento,
yacer
separados, pero dormir y soñar juntos,
quietos
bajo la colcha estrellada,
coronan
el amor con ramas de mirto.