Foto: X.R.Trigo |
Pocas cosas puedo decir de esta
brillante, excelente e incomparable escritora que no haya dicho un millar de
veces.
Coia Valls es una de las autoras más reconocidas en lengua catalana
y su secreto recae en su habilidad para transportar al lector a épocas y
lugares anclados en el tiempo pero que al ir leyendo se transforman en presente
para el lector.
Con ella podemos disfrutar de una
prosa fresca, nada retorcida y muy sensible, una lectura que se va fundiendo
con el lector hasta llegar al corazón, el alma y la cabeza, un arte muy difícil
de conseguir y que en su pluma parece
una calidad innata y sencilla, llana, donde realmente el lector pierde el mundo
de vista y se adentra en una vida ajena a la suya pero que recordará durante
mucho tiempo.
Sus historias dejan sabor dulce
al paladar, son sutiles y alientan al lector a descubrir mucho más de lo que se
esconde tras las páginas que conforman una novela muy bien estructurada, con un
hilo argumental definido y algo que va más allá.
Creo firmemente que lo que sus
novelas transmiten de ella, es un corazón generoso, una personalidad
contundente y una amistad que regala siempre con una sonrisa.
Después de disfrutar con "La
princesa de jade", "El mercader" y "Las torres del
cielo", por fin podemos disfrutar de su última novela publicada en formato
de bolsillo gracias a Ediciones B, La cocinera es mucho más que una novela
histórica, es la historia de superación de una mujer con gran talento capaz de
cautivar con su trabajo tras unos fogones.
Nuestra nueva amiga es Constanza,
una joven que deja atrás sus raíces y su tierra para llegar a la nuestra, una
Barcelona convulsa donde viven sus abuelos, es una mujer dulce, un poco
descarada pero con un carácter firme, sabe lo que quiere y luchará por
conseguirlo.
Constanza sueña en ser una gran
cocinera, pero el hecho de ser mujer en una época dominada por los hombres le
hará las cosas muy difíciles y quién sabe si nunca podrá alcanzar su sueño.
Su travesía en barco desde Lima
hasta Barcelona nos empieza a mostrar una joven con empuje y todo lo que deja
atrás, como su amigo Iskay, un indígena de la tribu de los quechuas con quien
desde pequeña a compartido sueños y secretos junto al Rímac.
Un contrapunto entre la naturaleza y la sencillez de un mundo que se va alejando poco a poco para mostrarnos un nuevo puerto donde su vida cambiará.
Un contrapunto entre la naturaleza y la sencillez de un mundo que se va alejando poco a poco para mostrarnos un nuevo puerto donde su vida cambiará.
Todas tenemos en nuestro interior
una Constanza, una parte de nosotros con sueños y esperanzas, con ansias de
luchar por lo que parece casi imposible y al mismo tiempo encontrar nuestro
lugar en el mundo.
Muchos de nosotros no damos mucho
valor al hecho de llegar a casa y encontrar el plato en la mesa, no nos paramos
a pensar en la persona que ha dedicado su tiempo y esfuerzo para preparar algo
con todo su amor y pensando en la persona que se sentará en la mesa.
La cocina es un placer y un arte, tanto para quien lo hace como para quien lo disfruta, y un pecado para aquellos que hacen dieta y con este libro han tenido que sufrir mientras se les hacia la boca agua.
La cocina es indivisible a las
tradiciones y a la cultura de cada lugar, un elemento que reúne a las familias
y que aporta recuerdos de la niñez.
Una novela llena de contrapuntos,
de contrastes y aromas, un plato bien construido donde ningún sabor solapa los
demás, rico en texturas y colores, marinado por un ambiente donde disfrutar de
la cocina ya sea sencilla o compleja.
La cocinera es en sí misma un menú completo de cinco estrellas.