divendres, 15 de gener del 2016

Pídeme lo que quieras y yo te lo daré



Queridas Guerreras ha llegado el momento que tanto queríamos y a la vez tanto temíamos, llega el desenlace de la apasionada historia de amor y lujuria entre Eric Zimmerman, nuestro Iceman, y Judith Flores, nuestra morenita.

Tras “Pídeme lo que quieras”, “Pídeme lo que quieras, ahora y siempre”, “Pídeme lo que quieras o déjame” y “Sorpréndeme” llega Pídeme lo que quieras y yo te lo daré, un broche de oro para una saga que ha demostrado que a literatura picante se puede conjugar con el género rosa, el negro e incluso con la normalidad y rutina de la vida día a día de unos personajes que ya son nuestros y hemos robado de las manos de su autora Megan Maxwell gracias a Esencia Editorial.

Nos hemos reencontrado con nuestros amigos y sus familias, los años han pasado y el amor que se profesan nuestros protagonistas parece incombustible, más bien diría que se inflama día a día, Flyn el pequeño al que adoramos casi de inmediato ha crecido y ahora es un adolescente con las hormonas revolucionadas que se propone a toda costa dinamitar su hogar. Los pequeños son una monada y hacen latir el corazón de ternura de todos. Pero la situación llegará a un punto muy inestable.

Mel y Björn, junto a la princesa Sami siguen una preciosa historia de amor, y por ese amor Mel deberá luchar con uñas y dientes contra aquellos que consideran poco apropiado su amor. Como les gusta a la gente meterse donde no los llaman.

Para no desvelar la trama poco voy a poder decir, salvo que terceras personas muy mal intencionadas pondrán en jaque a Judith hasta tal extremo que deberá decir si tira la toalla y se marcha lejos de Eric o si logrará sopesar los buenos recuerdos y perdonar lo imperdonable.

Me encanta el carácter de Judith, es una mujer dulce, paciente, apasionada, con carácter, pero cuando decide sacar su carácter y poner los puntos sobres las íes es para levantarse y aplaudirla, ¡si señora!

En esta entrega he reído, he llorado, me he enfadado e incluso sublevado, y eso solo se consigue con una narrativa capaz de absorber al lector, de hacerle entrar en la novela y sentir empatía por los personajes. No se trata solo de una novela erótica como única definición, es romántica y muestra las dificultades de una pareja joven con tres hijos y como la adolescencia puede marcar e incluso desestabilizar a un buen crio.

Es una historia donde el peso de la familia, los hermanos, cuñados, suegros marca una constante en la personalidad de los personajes y ayuda a comprenderos. A la vez que la verdadera amistad tanto entre los hombres como entre las mujeres muestra una familia elegida, aquellos que son importantes por ser quienes son sin importar los lazos de sangre.

Todos tenemos una historia y el peso del pasado marca nuestro presente y futuro, pero a veces el pasado vuelve de repente para imponerse y ese peligro es el que nos muestra la autora, el pasado debe quedarse donde está, para bien o para mal, si nos lamentamos no avanzaremos, si lo olvidamos lo repetiremos.

Una novela con un final que me ha encantado, un recuerdo de las novelas anteriores, de cómo todo empezó y hasta donde han llegado los personajes contra viento y tempestades.

Megan Maxwell sigue siendo brillante sea cual sea el género literario al que se proponga hincarle el diente, una autora todoterreno capaz de hacer subir la temperatura y congelar el infierno.

Os dejo los primeros capítulos para que juzguéis vosotros mismos.