Emilia
Pardo Bazán, una mujer en mayúsculas del siglo XIX nos da una lección sobre el sexismo
que existía en el tiempo que le tocó vivir y que en según qué aspectos y zonas
geográficas aún se sigue dando a pesar que hemos cambiado de siglo y milenio.
Su pluma ligera pero profunda, nos da una clase magistral
sobre los roles masculinos y femeninos, los encontronazos que existían y que
impedían un crecimiento social hacia una igualdad digna.
En su novela Memorias
de un solterón, nos retrata con suma delicadeza y detallismo un marco donde
el protagonista puede desarrollar su particular filosofía de vida.
Mauro Pareja, arquitecto y soltero por elección, nos
narra en primera persona las vivencia que él tiene y los porqués de su
soltería. Él es un hombre con mucha autoestima, se considera un gentleman,
alto, atractivo, varonil y con un largo etcétera de auto piropos que quedan
reflejados a la perfección en la ilustración que nos presenta la portada de
este volumen.
Esta novela huele a testosterona y feromonas, un choque
de trenes en que la guerra de sexos es la protagonista principal.
Mujeres de carácter y mujeres conformistas conforman la
tela contextual de Mauro, que se muestra un poco apabullado por las
autosuficientes y a veces siente una cierta pena o congoja por la situación de alguna
señora desamparada y a la deriva de la incultura a la que los gobernantes con
mentes obtusas les ofrecen.
Una novela que tiene regusto a puro y a whisky, es como
entrar a un fragmento de la historia en que nadie desarrolló bien sus roles,
los hombres impasibles aceptaban la situación de sumisión de las mujeres, y
éstas, por miedo o inseguridad, empezaban a sublevarse con la paciencia y
tenacidad de las hormiguitas.
Gracia a la editorial Eneida y a sus publicaciones podemos aprender de la mano de los
grandes escritores y las mejores mentes sobre literatura y el mundo a través de
los años y los siglos.
Este volumen de la condesa de Pardo Bazán, apreciamos lo
que hoy en día llamamos el movimiento “single” pues el protagonista es soltero
porque quiere, como el mismo admite es lo suficientemente guapo, inteligente y
envidiado por allí donde pasa.
Esta obra tiene un gran potencial didáctico que bien
aprovechado tendría que facilitar una vuelta de tuerca más en la revolución
feminista que busca una igualdad y cree tenerla aunque realmente aun hoy
condiciones laborales, salarios y el respeto en según qué ámbito está en
entredicho.
Valoremos a las personas por lo que son y lo que desprenden,
la esencia no tiene sexo y la revolución la tenemos que apoyar todos.
Apartemos la mirada de desprecios y no queramos vernos
reflejados en este libro ambientado en el siglo pasado. Aprendamos de esta
maestra de las letras y continuemos con su lucha a través de los tiempos.