dilluns, 28 de març del 2022

La mujer zorro y el doctor Shimamura

Enamorada de su portada y con el sello de garantía de Impedimenta no me he podido resistir a leer La mujer zorro y el doctor Shimamura de Christine Wunnicke, novela merecedora del premio Franz Hessel y finalista del Premio Alemán del Libro.

Soy una enamorada de la cultura oriental, sus tradiciones y su mitología propia, es por eso que ya su título me llamo la atención y su portada marcada por un frondoso campo o bosque donde surge una mascará típica de zorro japonés que llama nuestra atención y nos invita a descubrir que hay más allá de las flores y el campo. En la cultura japonesa, el zorro tiene un comportamiento contradictorio. Puede ser benévolo (bueno) o malicioso (malo), dependiendo de la situación. Una contradicción que la autora llevará más allá.

Nuestro protagonista es el doctor Shimamura, un personaje real, médico en neurología, es enviado a una zona interior y remota de su país donde se dice que ciertas mujeres han sucumbido a la posesión de los espíritus de los zorros. Un contrapunto en la era Maiji donde empieza a despuntar la medicina moderna.

La historia empieza años después y como Shimamura recuerda su pasado creado por realidad y ficción, dado que unas fiebres le harán recordar, olvidar y rellenar espacios en blanco. Sus cuatro cuidadoras, todas mujeres, su mujer, su madre, su suegra y una criada a la que llama por varios nombres formaran en cierta manera su red de seguridad y a su vez una jaula para sí mismo.

Pero volvamos a lo que nos quiere contar su autora, cuando el doctor Shimamura llega a las aldeas su conocimiento científico choca con la idea de los espíritus y la posesión, hasta que las fiebres aparecen y las mujeres se sienten atraídas por él de una manera irrefrenable.

Shimamura será posteriormente mandado a Europa para aprender de los grandes maestros de la psiquiatría como Charcot, Tourette, Binet, Breuer y Freud, en ellos depositará parte de sus esperanzas en responder la dicotomía de su mente entre razón y emoción.

Esta historia brillante es atemporal, no tiene lugar ni un punto fijo en el tiempo, hoy mismo podríamos debatir los mismos términos entre la ciencia, la psicología, los cultos y las creencias.

La autora refleja con mucha pulcritud un debate donde las mujeres marcan un tempo y nuestro protagonista intenta adaptarse a él aunque los giros argumentales y la contraposición entre la realidad y la ficción se lo ponen muy difícil.

Ciertamente hay que felicitar a su autora por la profundidad de su historia presentada de una manera distendida, como un relato fácil de leer y que cautiva al lector dejándonos con un agradable sabor de boca y con ganas de un poco más, aunque su final era en cierto modo esperado me ha gustado mucho como lo ha relatado.

Una obra brillante para mentes inquietas.