Hoy nos reencontramos con la segunda entrega de la trilogía
sexi, picante, controlada, herida y amada “Todas las canciones de amor” de Cristina Prada, autora que nos sedujo
con su primera entrega “Todas las canciones de amor que suenan en la radio”
donde conocíamos al implacable Ryan Riley, un ejecutivo poderoso, rico e
increíblemente sexi con un corazón que parecía cerrado a cal y canto y a su
talón de Aquiles, la joven Maddie quien hace que el mundo tiemble a sus pies y
del mismo modo que logra derretir sus ansias también le bloquea en cierta
manera.
En Todas las
canciones de amor que aún suenan en la radio nos reencontraremos con su
montaña rusa emocional particular, entre ellos saltan chispas, pero el carácter
de Ryan hace que las cosas entre ellos siempre estén al límite de las
circunstancias, en cierta manera son la personificación de la regla que dice
que del amor al odio hay un solo paso.
En esta entrega parece que empiezan a encontrar más puntos
en común entre ellos, a excepción de la oposición a su relación de las familias
y los amigos, y del muro que crea Ryan entre ellos cuando no se sale con la
suya, suerte tiene Maddie de sus buenos amigos Alex, James y Lauren, tres
ángeles de la guarda que intentaran ser un hombro en el que llorar y un ancla donde
agarrarse para recuperarse.
La prosa fluida, los diálogos rápidos, la ironía fina e
incluso un poco de mala leche hacen de esta entrega un buen punto de equilibrio
entre la primera donde todo es explosivo y la siguiente que nos mostrará el
final, para bien o para mal, de la pareja.
Una erótica del poder al estilo de otras trilogías parecidas
pero que a mi modo de ver le da el plus de dar más carácter a la protagonista
femenina y a la familia, cierto que hay muchas sombras que no se desvelan por
el momento, pero por primera vez Ryan se encontrará entre la espada y la pared
y deberá decidir con el corazón.
Booket nos
presenta en su colección la erótica un
duelo entre titanes y fuerzas de voluntad, ella intenta alejarse de él, él
quiere atraparla de nuevo
Los obstáculos formaran parte de su relación y cuando las
aguas parecen mansas siempre hay alguien que hace levantar la marea de
sentimientos, dicen que la lengua no tiene huesos pero que es capaz de
romperlos, no hay nada que hiera más que las palabras pero a veces hablar y
decir esas palabras hace que dos corazones puedan llegar a comprenderse.
Un título muy apropiado para una historia donde los puntos
altos y bajos vienen marcados por su propia banda sonora.