dimarts, 22 de desembre del 2015

Entrevista Ruth M. Lerga



Hoy vamos a hablar con una autora que ya es como de la familia, nos conquistó con sus anteriores novelas “Cuando el corazón perdona”, con la que ganó el premio Vergara – El Rincón de la Novela Romántica,  Cuando el amor despierta”, y hoy nos vuelve a seducir con Cuando la pasión espera, estoy hablando de Ruth M. Lerga, una novelista que ha recreado la sociedad londinense del 1800, destacando con unos personajes femeninos increíbles y tres rufianes al más puro estilo de los tres mosqueteros.



Sus novelas combinan perfectamente sentimientos de pérdida y dolor, con la esperanza, el amor y las segundas, terceras e incluso alguna cuarta oportunidad. Cada página de sus novelas esconde un corazón latiendo que escribe sus páginas con estilo y elegancia.


Hoy tenemos el placer de hablar un poco con su autora, así que mejor le damos la palabra.


¿De pequeña eras una niña de muñecas y juegos de recreo o ya apuntabas más hacia los cuentos y las historias cerca del fuego? Nunca fui una niña de muñecas, recuerdo jugar con un camión enorme, pero mi hermana y yo éramos “animales de exteriores”: patines, bicicletas, movernos de aquí para allá con un bocadillo en la mano… Eso era los fines de semana, que nos trasladábamos de la ciudad donde vivíamos a un pequeño pueblo cercano. Entre semana leía mucho, tanto que el bibliotecario todavía me recuerda porque iba a diario a cambiar lo que había elegido el día anterior. Y las historias me las contaba por las noches si no caía rendida, y cuando estaba castigada. Sobre todo cuando tenía que recapacitar sobre alguna de las muchas trastadas, jajaja. Prefería soñar despierta pero poner cara de reflexión. Los niños no somos tontos, solo niños, pero nos las arreglamos.


¿Cuándo sentiste por primera vez que el mundo de las letras te estaba esperando? ¿Fue un impulso o lo llevabas meditando tiempo atrás? En el colegio mis cuentos solían ser elegidos por los compañeros de clase como los más amenos, o divertidos, o mejor escritos. Pero eso fue hasta los catorce. No volví a escribir. A soñar, a imaginar, a dejarme llevar, desde luego. Pero nunca me planteé escribir. No es que lo considerara inalcanzable –desde luego admirable, muchísimo–, es que ni me lo planteé pare desecharlo como tal: nunca se me pasó por la cabeza intentarlo. Mi madre dice que tengo algunos cuentos escritos con siete u ocho años, y mi hermana recopiló algunos poemas sobre animales, personajes de cómic y cosas así que debí escribir con diez. Pero ni siquiera lo recuerdo, tan poco me marcó.



¿Cómo consigues compaginar tu vida personal con la vida de escritora con éxito? ¿Escritora de éxito?, jiji, no diría tanto. Lo compagino, como casi todos, supongo, como puedo. No estoy casada y no tengo niños, de momento. Y tengo un horario cómodo. Así que si el brazo me lo permite –tengo una lesión crónica y dolorosa– escribo. Lo cierto es que tengo que recordarme que tengo una vida fuera de mis páginas, o me pasaría más tiempo soñando despierta que viviendo. Me dejo llevar y se me pasa el tiempo volando.


¿Cuál es el rasgo principal de tu vertiente como escritora? Soy una lectora del género romántico desde hace veinte años. He visto y leído novelas “de todos los colores”, así que desde que salí a las estanterías por primera vez me prometí que no publicaría nada que supiera hacer mejor. Soy exigente y mucho. Tengo algunas compañeras que me pasan lo que han escrito para que las azote, literal y literariamente. Para mi desgracia esa capacidad de ver cualquier inconsistencia ajena por ínfima que sea no puedo aplicármela, no tengo la capacidad de desentenderme de lo que hago y dar un paso atrás. Afortunadamente y contrariamente a lo que pueda parecer escribir no es un proceso solitario, y en la editorial donde trabajo –sí, cuando escribo, trabajo; al igual que cuando entro en mi oficina, también lo hago– hay editores y correctores que me guían cuando sé que me estoy perdiendo, o que ya voy a la deriva.

Me gustan las novelas con humor ácido, ese tan inglés, con diálogos ingeniosos, con personajes bien definidos, con una trama romántica clara, con sensualidad y química a partes iguales, con pequeñas pinceladas que definan la época sin abrumarme o aburrirme… pero sobre todo me gustan las buenas novelas, esas que sabes que han sido escritas con mimo y trabajadas después.

Ya os lo he dicho: soy lectora de muchos años y he visto de todo.


Si pudieras hacer un viaje en el tiempo y organizar una cena literaria ¿Quiénes serían los invitados? ¿Qué autor estaría sentado a tu lado? Pues si tuviera que elegirlos no lo haría por lo que han escrito sino por lo que han vivido. Soy curiosa, y mucho. Me gustan las vidas ajenas. No mórbida ni cotilla, solo curiosa, que conste. No leería una biografía, no soy capaz, me aburren, pero sí soy preguntona y cuando busco algún detalle, si es interesante, me zambullo y puedo pasar una tarde buceando por la red sin darme cuenta.

Me sentaría con Mary Wollstonecraft, y no solo por sus novelas, precursoras del feminismo, sino porque vivió como pensaba, y así de mal le fue. Pero era una valiente. Y con Shakespeare. ¡A ese lo necesitaría una semana entera! De hombre de familia humilde a el favorito de toda la sociedad… ¡menuda vida de desenfreno se pegó el amigo William!

A Elizabeth Gaskell antes que a Austen, y que me perdone la enorme señorita Jane, pero Elizabeth escribió novelas tan valientes como “Ruth”, cuya protagonista es una madre sotera en 1853, en el momento más puritano de la Reina Victoria. Fue, de un modo distinto a Wollstonecraft, otra abanderada de los cambios para las mujeres que hoy somos.

Y como tales, todos los que cupieran en el Palacio de Saint–James en una noche interminable. Pero insisto, grandes o pequeños de la pluma, siempre por sus vidas.

Y quien habla de británicos habla de gente de casa: Lope de Vega, otro que se bebió la vida, Quevedo y su sátira, Lorca y su sensibilidad infinita…


¿Crees que las redes sociales y la oportunidad de feedback te acerca más al lector? No busco en las redes un acercamiento “al lector” como tal, busco a otras lectoras que como yo disfrutan con una buena novela romántica. Suelo acercarme más a las de Regencia, por afinidad, pero es más que un acercamiento un encuentro.

El feedback… es complicado. Tengo tres o cuatro personas muy claras sobre lo que escribo, pero sus críticas vienen, precisamente por eso, antes de que la novela se publique. Las críticas anónimas suelen ser mejores cuando son eso: anónimas. Cuando conoces a alguien es difícil decirle que no te gusta lo que ha escrito. Aun siendo una crítica de gusto y no de técnica o estilo, es complicado. Esas vienen bien para saber qué potenciar, que también es importante. Pero para corregir la gente de mi círculo íntimo y la que se oculta tras una pantalla de ordenador son las menos subjetivas.

Tengo la fortuna, además, de no recibir críticas viscerales o virulentas. Me siento respetada en ese sentido.



Hay mucho intrusismo en el mundo de las letras, ¿crees justo que os hayáis de justificar demasiado por vuestro trabajo? ¿Honestamente? Ahora sí. Hace veinte años no me avergonzaba leer romántica. Recuero aquellas portadas terribles con Fabio sin camisa y una damisela a sus pies, portadas por cierto que se mantienen en Estados Unidos, y no las tapaba por dignidad propia: leía –y leo– romántica y no me avergüenzo.

Hace ya muchos meses, muchísimos, que las lectoras nos quejamos de exceso de publicaciones. La lectora de romántica es fiel, y lee mucho. Y ha aumentado. Era un nicho de mercado por explotar (trabajo en banca, ¿lo he comentado? Jijiji) y al calor de ese mercado en potencia han nacido nuevas autoras de casa, entre las que me incluyo, y nuevas editoriales. La demanda se incrementó, lo hizo la oferta, y la calidad, me temo, se ha resentido y mucho. Y no en unos u otros subgéneros como se pretende achacar para echar balones fuera, sino de manera casi aleatoria. En este momento salvo a tres editoriales, que creo mantienen criterio y exigencia. El resto… es una lotería comprar o no una buena novela.

Duro pero cierto.

Así que me temo que ahora sí tengo que justificar demasiado a la romántica. Y a veces me cuesta hacerlo porque no sé por dónde defender según qué historias. No géneros, sino novelas de todos los géneros. Culpar a unos u otros no sirve ni se acerca en absoluto a la realidad. O no a la realidad que yo percibo.


Todas tus novelas han sido un éxito, empezando por un debut fulgurante con el Premio Vergara – El Rincón de la Novela Romántica ¿Qué expectativas tienes frente a la novela que hoy presentamos? Bueno, esta era una novela esperada. Estos casi cinco años los mails preguntando por James y Judith han sido un goteo constante. Goteo, espaciado, pero las chicas no se han olvidado de ellos. O de él, sospecho, jijiji.

Y la novela reúne, creo, lo mejor de las otras dos, la madurez y romanticismo de “Cuando el amor despierta” y la frescura y ritmo de “Cuando el corazón perdona”.

Pero las expectativas son complicadas. Es fácil morir de éxito: gustas tanto que te piratean. Y si te piratean no vendes y no te pueden
publicar, con lo que no tienes editor y corrector que te guíen. Es la pescadilla que se muerde la cola.

Confío en que se venda bien, que el boca-oreja funcione, es lo que te mantiene, opino, a largo plazo, y que guste, porque tengo intención de seguir escribiendo y me encantaría que quisieran leerme, jajaja.


Eres una autora que tiene éxito entre la crítica, entre los lectores ¿Cómo te sientes frente a una opinión casi unánime sobre tu escritura? ¡¡Sorprendida!! Como te decía más arribas no encuentro críticas virulentas o viscerales. El mundo de la romántica en España es pequeño y nos conocemos todas. Y la tensión, la envidia, los malos rollos, se palpan en el ambiente. Hablaba no hace mucho con una autora boliviana sobre ello y me decía que al otro lado del Atlántico se vive de otro modo, que hay grupos de amigas, pero que seguramente el enorme territorio geográfico impide reuniones, lo que es malo porque no se toman el pulso y hablan entre ellas lo que no se puede dejar escrito, pero es bueno porque se evitan roces.

Lo llaman, me decía, “otro lío más de las españolas” cada vez que surge una polémica.

No haberme visto envuelta en ninguna en estos años me sorprende. En mis días optimistas me digo que me respetan. El resto, que no soy lo bastante interesante, jajaja.


¿Cuál sería tu frase para colgar en la pared? Un consejo que me dieron desde El Rincón de la Novela Romántica “No publiques nada peor que lo anterior, y sobre todo, no te metas en líos”. No entendí nada, pero con el tiempo las dos cosas se explican por sí solas.


Ahora que ya hemos presentado un poco más a la que consideramos nuestra amiga vamos a hablar de Cuando la pasión despierta, y un poquito de tus obras anteriores.

¿Qué personaje se parece más a ti? Ufff, ¿amiga? Diría que habéis ejercido de psicólogas, jajaja. No he dicho nada que no diga en voz alta cada vez que nos reunimos. Pero no le estoy dando “vidilla” a la entrevista. Así que ¡venga!, cambio el chip.

El personaje que más se me parece es Judith, creo. Sabe de finanzas, como yo; es independiente en el peor de los sentidos, porque en realidad casi va a la suya, como yo… ¡¡Y está loca por James, como yo!!


¿Cuál es tu personaje preferido? ¿Por qué? James. Me gusta porque lo tiene todo y no se ha echado a perder. Porque puedes contar con él, porque es un hombre recto y de palabra…

Me enamora porque le contraría que la vida no sea como él decide que debe ser. Me encanta su cara (sí, se la veo, ¿vosotras no?) cuando alguien le remarca un defecto, o le dice que no a uno de sus… ya no deseos o caprichos, sino a un comentario. Es duque, y no es que sea arrogante, es que le han dicho que la vida será como él decida. Y hasta la fecha ha sido así en todo. Estudios, dinero, mujeres… pero también en pequeños detalles como vestirse, comer, comprar un libro, viajar a un lugar u otro, que se le abran las puertas cuando quiere visitar a alguien… Nunca ha sido contrariado, y le desconcierta cuando ocurre.

Y eso me enamora. Me dan ganas de pasarle la mano por el pelo, sonreírle con dulzura y darle un beso suave en los labios para reconfortarle.


¿Cuál es el personaje que te ha costado más construir, ya sea debido a que no te cae bien o a su complejidad? Richard Illisgswroth.

Si existe un personaje que va completamente a su bola (disculpad el coloquialismo), que no hace caso, que ignora lo que no le interesa, y que cree que su encanto lo sacará de cualquier aprieto, incluido el que pueda tener conmigo, que soy quien escribe su vida, ese es Sunder.

En la primera novela que escribí, que fue la historia de James y Judith y que nada tiene que ver en cómo está contada la que ahora tenéis en las estanterías y, espero, en las manos, solo tenía que acercarse un poco a Nicole. Stanfort no es tonto, sabría a qué atenerse. ¡Pues decidió cortejarla! ¿A ti te dijo que fuera a hacerlo? A mí tampoco, y de pronto en un baile se enfada, y en vez de liarla tan impulsivo como es, se sale por la tangente delante de mis narices y baila, todo encantador él, con Nick.

Y maldito sea que sabe que cuando hace algo me cuesta corregirlo después, porque no me creo otra reacción. De todos mis personajes Richard es el más espontáneo, el que mejor se muestra.

En la historia de April solo tenía que proponer cabalgar, nada más. Eso y desviarse por otro camino y llegar más tarde para que Julian y James estuvieran solos con April unos minutos. Lo que no tenía que hacer era llegar y quedar prendado de ella nada más verla. Sí, April es hermosa y sí, Richard un amante de la belleza. ¡¡Pero no hacía falta que me liara la trama!!

Y en la suya propia… no haremos spoilers pero diré que pretendió cumplir su amenaza en la noche de bodas. Aquí sí me planté y le juré que le obligaría a derruir Stanfot Manor piedra a piedra, que James se llevaba a Nicole y que se arreglara la vida para reconquistarla.

Pero el vizconde es alocado, no idiota. Y rectificó.

Como veréis es nombrar a Richard Illingsworth y me sulfuro. Ainsss, cómo me las ha hecho pasar.


Me gusta mucho la idea de los tres mosqueteros, tres hombres de posición alta con alergia al compromiso. Sé que la novela de Dumas es una de tus favoritas ¿Si tuvieras que intercambiar los papeles quien sería Athos, Porthos y quién Aramis? ¿Por qué? Athos, inteligente, estratega, bien considerado… James, ¿alguien lo dudaba?. Aramis, el seductor –olvidemos el carácter religioso– sería Richard. Y Porthos sería Julian no por exclusión, sino porque ha sido militar. Si hubiera que batallar en serio, sería el referente.

¿Sabes que no me lo había planteado, y cuadran? ¡Me encanta, gracias!


Los personajes femeninos no son lo que los estandartes de la época marcaba, son listas, fuertes e inteligentes, nada pusilánimes ni dulcificadas, son parecidas en parte a las mujeres de hoy ¿Te has inspirado en alguien en concreto? No, como dicen en las películas y novelas de éxito “toda la historia y los personajes son ficción, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia”.

Pero los personajes femeninos han sido complicados. Cuando escribes una novela en una época determinada tienes que regirte por las normas de aquella época. Y afirmo, porque es lo que quiero leer, y por tanto lo que intento escribir. Puedes obviar el hecho de que los baños no eran diarios, ni semanales… y que se orinaba en la mesa porque el mayordomo te traía el orinal y te volvías y solucionado… hay cosas que no es necesario explicar, ni tampoco disfrazar. No las cuentas, y solucionado. Tus personajes no van al baño y huelen a cuero, rosas, blablá. Así que se le presume una higiene como la nuestra y fuera.

Mary Wollstoncraft
Pero lo que no le puedes presumir es una vida social distinta a la que había. Antes he mencionado a Mary Wollstoncraft. Fue madre soltera, amante notoria y pública de un hombre casado, lo que le supuso un destierro social. Y volvió a quedarse embarazada de otro hombre, con quien sí se casó por las apariencias –que era a él a quien preocupaban, no a ella– y con quien nunca vivió. Mary Wollstonecraft no podía salir de casa sin ser ofendida y agraviada de todos los modos posibles. Así que vivía un exilio domiciliario, porque por fuerte que seas no puedes soportar la presión de que todo el mundo te señale siempre.

En “Cuando el corazón perdona” hubo quien me propuso un divorcio. Pero es algo que no se puede ni mencionar en la historia como posibilidad, separación sí divorcio no, o no cuando Jorge IV, aún regente, presumía de haber intimado solo tres veces con su la Princesa Carlota, tenía un matrimonio de papel mojado, y nunca logró que el Parlamento le concediera el divorcio, ni que cambiara un proyecto de ley para intentarlo siquiera.

Dentro de los márgenes sociales lo que procuras es no frivolizarlas, e intentar que piensen en algo más que en ser las más bellas y las que mejor marido logren. Nicole, de hecho, es una mujer de carácter, de acuerdo, pero convencida como James de que su vida será como ella quiera: y lo que quiere es ser la más hermosa y cazar al mejor partido de la temporada. Solo intenté dotarla de “algo más”, o que el lector entendiera qué la motivaba a algo tan superficial, para que no la detestaran.

Judith y April son distintas, pero porque no han podido ser como Nicole. En otras circunstancias, quién sabe… Eso sí, no hubieran sido bobas. ¡¡No podría con una “prota” así!! En lugar de acabar bien, la novela acabaría en ahogamiento por accidente en el Támesis, ¿os imagináis?, jajaja.


En tus novelas muestras unos personajes marcados por la vida y la sociedad de puertas hacia fuera, pero que intentan seguir adelante gracias a la amistad, la lealtad, el amor, la honestidad, la familia, la verdad … entre otros valores que actualmente parecen estar desapareciendo ¿Sientes que estas aportando un granito de arena a cada alma de lector? No lo pretendo. Siempre he dicho que leo por disfrutar, que si leyera por aprender cogería la enciclopedia, empezaría por la A y terminaría con la Z. No quiero que nadie reflexione, quiero que disfrute.

Pero soy una privilegiada: vivo rodeada de una familia y amigos con los que mantengo una relación de amistad, lealtad, honestidad, sinceridad, y que anteponen a la familia al hedonismo… No todos son así –no sé si yo llego a tales estándares– y no siempre te das cuenta de ello hasta que te han hecho daño, pero puedo afirmar que en mi vida estoy rodeada de mucho de todo lo que escribo.

¡¡Excepto de héroes de novela!! Ahora que se acercan las Navidades estoy por pedirme uno… ¿alguien sabe dónde se encargan, eh?


Sabemos que el título de Cuando la pasión espera era otro y que lo has cambiado ¿Ha sido solo por motivos estéticos o al reescribirla ha nacido otra novela con otro nombre? La novela reescrita mantiene la línea de los hechos, pero aquella otra la conté yo en mi inexperiencia, esta me la han contado ellos. Aquí éramos tres al teclado. Y se nota, es un gozo.

En cuanto al título… Soy terrible con ellos. No logro uno a derechas. Confieso que estos títulos con “amor, corazón, pasión” y cosas así me cuestan, tanto como las portadas que comentábamos antes. Seguramente por eso ya no me molesto en ponerlos, sino que es tarea que dejo a la editorial directamente, y en mi archivo pongo “Julian y April” y Santas Pascuas. Pero es que, claro, si es romántica ¿qué pondremos?, ¿”Cuando crezca la hierba y haya que segarla”?

Pues eso, corazones, pasiones, amores, jajaja. 


¿Cuál sería la banda sonora de Cuando la pasión espera? No soy una melómana. Me encanta la música y la disfruto mucho, en distintos estilos, soy ecléctica. Pero nunca he sido de las de poner la radio en el coche para escucharla.

Así, a bote pronto… “Something stupid”, de Sinatra, porque como dice él, todo va bien y es bonito “hasta que llego yo y lo estropeo diciendo algo estúpido, como te quiero”.



Si tuvieras la oportunidad de cambiar algo o añadirlo en la novela ¿Lo harías? ¿Qué seria? A día de hoy la respuesta es un NO, que una vez publicada, hay que permitir que sean otros quien la juzgue y la destripen, que tu tarea ya ha terminado y hay que dejarla marchar. Y la convicción viene de mi primera novela.

Hace tres años hubiera suplicado porque me devolvieran “Cuando la pasión espera” para reescribirla con un mejor tono histórico. Cuando leí las críticas al respecto mi cara fue de “¿tono histórico?, un momento, a mí nadie me había hablado del tono histórico”. Y no era una cara divertida, la mía. Es lo que tiene sentarse a escribir sin haber hecho ningún curso, escribir sin pretender escribir una novela, en realidad. Me agobió, la leí como diez veces, en serio, mirando dónde habría que corregir, llegué a abrir un Word…

Pero ahora, cuando la miro, sonrío y pienso “ese fue mi primer paso; no fue muy firme, pero fue el primero”.

No sé si es descabellado o soberbio. Pero en todo caso no podré cambiar nada, así que me consuelo con lo del primer paso, supongo, jijiji.


La trama gira en torno al destino, a dos almas unidas por el amor verdadero y por una promesa de lealtad, pero todo ello va envuelto en una trama definida y muy bien relatada ¿Cómo ha sido el trabajo de hacer encajar esta historia con las dos anteriores dado a que en realidad esta fue la primera en escribirse? La parte cronológica, fechas y otros detalles, es sencilla porque se nutre con imaginación, con momentos paralelos, o con silencios. A veces me empeñaba en encajar a Julian y April y después de cavilar y cavilar me daba cuenta de que podía dejarlos en Durham sin más explicaciones.

Lo que más me preocupó aquí es que la historia ocupa dos años y medio de tiempo, y no quería hacer lo que otras autoras hacen y que como lectora detesto: dejar que pasen cinco meses y meter un capítulo entero de resumen de esos cinco meses. Me aburre, me “mata”. Así que me obligué a “ser breve”, lo que a estas alturas veréis que no me fue nada fácil, jajaja. Pero en esta historia, que se escribió casi sola, el reto fueron los espacios de tiempo que no interesaban. Creo que los cubrí bien. La editora, las correctoras, y las tres o cuatro personas de confianza no me mencionaron nada al respecto, así que entiendo que lo conseguí.


¿Podemos esperar reencontrarnos con ellos próximamente o das la historia por finalizada? ¿Quizás se nos ha escapado un D’Artagnan? Jajaja. Está “Una última temporada”, que es la historia del hijo de James, Alex, y la hija de Julian, May. Curiosamente Richard es padrino de ambos. Fue sin querer. Monté una historia victoriana porque la protagonista femenina quería una vida que en 1820 no era posible. Necesitaba a dos amigos de la infancia, y de pronto, no sé bien cómo, tenía a esos dos en mi teclado dando saltitos sobre las teclas.

No quería, no quiero hacer sagas eternas. De hecho Los Mosqueteros salen lo justo, nada de escenas baldías sin necesidad.

Pero finalmente ha habido D’Artagnan.

Y quizá, si las ventas en ebook acompañan, podamos verla en papel.


Imagínate que se te acerca una lectora que no ha leído tus libros y te pregunta por cual empezar. ¿Mantendrías el orden de publicación o intercalarías los títulos? Cierto es que se pueden leer de manera independiente. Se pueden leer en cualquier orden. La editorial midió mucho que no hubiera spoilers. Voy a pecar de vanidosa, pero si siguen el orden cronológico se dejarán para el final mi primera novela. Sí, esa de “nadie me dijo nada del tono histórico”, e ir de menos a más para caer en la última… ufff, mi ego sufreee jajaja. Cuando me preguntan a través de las redes qué orden seguir les digo exactamente esto. Y que decidan. Y que después me digan qué han decidido.

Muchas siguen el orden cronológico. Y de momento no he recibido quejas. Pero claro, supongo que iban sobre aviso, jijiji.


De entre todas tus novelas ¿Cuál sería la niña de tus ojos? ¿Por qué? No es la novela, es él. James fue mi primer héroe. Y creo que estará mucho tiempo conmigo. Sobre todo porque me acompañó en un momento complicado de mi vida, y siguió a mi lado después, cuando las cosas volvieron a torcerse. Diría que James es mi refugio.

Aunque cuando estoy con algo distinto en la mesa soy promiscua. Ey, pero eso es secreto, ¡discreción, señoritas!


¿Cuál es la gran diferencia para un escritor entre una novela iniciada de cero y el hecho de reescribirla desde el principio? No lo sé porque no estoy segura de haberlo hecho nunca, en realidad. La otra historia la borré del ordenador y partí de cero, para empezar ocho años, antes en una escena que no existía con anterioridad.

O yo no sé trabajar sobre escrito a ese nivel, o se nota mucho. Tengo una compañera que cogió una novela inacabada de un cajón, la corrigió y la continuó hasta terminarla. La leí y supe exactamente cuándo había dejado de escribir años atrás. Me lo confirmó después tras una pregunta que nada tenía que ver con lo que quería saber y que ni siquiera había formulado yo. Y es una buena escritora.

Lo que quiero decir es que cuando maduras no es que uses unos u otros tiempos verbales o conozcas mejor o peor las formas de la época, que también. Lo que aprendes, o yo al menos, es a enfocar la escena en un lugar u otro, y en un momento del día o de la noche en concreto para explotar al máximo, o lo mejor que sabes, lo que quieres hacer. Si te ciñes a algo ya escrito no cambias de escenario, ni de momento. Solo cambias la forma de escribir. Y me temo que en algunos casos solo sirve para meter párrafos y más párrafos, y otros para perder frescura.

No obstante después de aquella anécdota no dejo de preguntarme cuántas autoras corregirán sobre escrito y lo harán tan bien que nadie lo sabrá. Porque no todos hacemos bien o mal las mismas cosas… En todo caso, y afortunadamente para mí, yo no tengo un cajón de donde sacar nada.


¿Tienes ya algún proyecto nuevo entre manos o alguna idea en el cajón? Ideas en el cajón de mi cabeza, como para siete u ocho novelas, y eso que hace tiempo que no sueño nada nuevo, jajaja.

Ahora mismo estoy con mi seudónimo de pija, como le llamo yo, mientras espero a ver si “Una última temporada” se lee en negro sobre blanco. Aunque no me preocupa.

Estoy con una historia actual, una nylon, como las llaman, que transcurre entre Nueva York y Londres, y es algo que lleva más de dos años en mi cabeza, pero como Brandy Manhattan no existía no encontraba voz para contarla. Es curioso cómo me identifico con Ruth o Brandy en función de lo que quiero escribir, y sobre todo cómo quiero escribirlo.




¿Esperabas un éxito tan abrumador con tus tres títulos publicados? No, en absoluto. En realidad no esperaba nada, solo matar el tiempo mientras pasaba una baja muy larga, tanto que ocupó casi tres años de mi vida.

No voy a quejarme, pero me considero un poco mimada en el sentido de que escribí dos novelas, las mandé a un certamen como el Vergara-RNR, y quedé primera y tercera (entonces podías enviar más de una), salí en papel y la novela pasó por edición en Círculo, B de bolsillo, quince países hispanohablantes además de Brasil y tres estados de USA, y de arrasar en amazon.es y .com.

En esta última novela, la de D’Artagnan, cuando me presentaron el proyecto de “La Selección RNR”, me dijeron que en principio era ebook y que en función de las ventas iba o no a papel. Y mi respuesta fue “no me preocupa”. No porque crea que será un éxito, sino porque no tengo ese “ego papel”, o disculpadme, diré mejor “ambición papel”, porque llegó solo y por la puerta grande.

No sé si es bueno porque me quita presión, o es malo porque me resta ambición. En todo caso sigo haciendo las cosas como sé y me enseñan.


Para finalizar y no abusar de tu tiempo, te agradecería que respondieras la pregunta de la casa:

¿Qué pregunta nunca te han hecho y crees que es importante? ¿Nos la contestas?

¿¿Una pregunta que no me hayan hecho nunca?? Pero si esto ha sido un tercer grado en toda regla, jajajaja.

Pero he disfrutado como una enana. Disculpad la seriedad del principio, la novela romántica es algo que me estimo mucho para frivolizar con ella, o tomármela a broma, pero ha sido hablar de Los Mosqueteros y soltarme la melena. Cortita, pero suelta.



Antes de que me despidáis quiero daros las gracias por fantástica la reseña que hicisteis de “Cuando el amor despierta”. No cuelgo reseñas mías en ningún sitio, no me gusta, se me hace un poco raro. Pero la vuestra me llegó. Porque venía de una librería, sí, tal vez, pero sobre todo por cómo estaba escrita, por cómo se trataba la novela, y porque tenía alma. Sentí ese algo que siento yo cuando leo algo que me gusta. Y me emocionó.

Así que gracias por tomaros el tiempo para leer las novelas románticas así, y hacer las reseñas del mismo modo.

Un beso, y ojalá pronto podamos conocernos, con suerte con una copa de vino en la mano y un montón de libros a nuestro alrededor.