Un invierno riguroso.
Una isla solitaria cerca de la costa de Maine.
Un hombre. Una mujer.
Una misteriosa casa que se asoma al mar…
Me cuesta mucho hacer esta reseña, esto significa que la novela ya se ha
terminado, que las aventuras y desventuras de nuestros protagonistas quedaran
en cada lector pero que la sensación de leerla por primera vez ya no se podrá
repetir.
Susan Elisabeth Philips nos enamora novela a novela, lo consiguió con
“Una Chica Brillante” y repite de nuevo con Los héroes son mi debilidad, una novela que tiene suspense,
tragedia, amistad, entuertos, mentiras y sobretodo mucho amor.
Nuestra protagonista es la joven Annie, una actriz que aparcó su vida para
cuidar a su madre y ahora regresa a un lugar que le trae buenos y malos
recuerdos a la par, un lugar donde pasaba los veranos y donde sus primeras
amistades y su primer amor florecieron hasta que la vida lo destruyo.
Annie no está preparada para los reencuentros, solo debe quedarse en la
casa durante sesenta días y esta será suya, la gran peculiaridad de nuestra
nueva mejor amiga son sus títeres, con los que ayuda a los niños y les
entretiene, ellos personifican su coraje, su alma rebelde, su romanticismo y la
realidad.
El reencuentro es inevitable cuando tu vecino más próximo es tu primer
amor, un hombre atormentado que se refugia entre cuatro paredes y al cual la
desdicha parece perseguir ¿Es el villano que ella recuerda o ha cambiado?
¿Quién es realmente Theo?
Annie deberá enfrentarse no solo a los desplantes de su vecino, sino que parece
ser que alguien está intentando asustarla y echarla de la isla, pintadas,
intrusiones, disparos ¿Quién la acosa? ¿Por qué?
Vergara nos regala una historia muy completa y sobretodo
con un espíritu luchador, de supervivencia, de pocas damiselas en apuros y con
una gran capacidad sanadora de las almas de sus protagonistas y sus amigos.
Me encantan los personajes que logra recrear Susan Elisabeth Philips, tienen tantas capas que llegas a dudar de
cómo son en realidad, a medida que la novela avanza estos se van abriendo
mostrando su verdadero yo apoyados tanto en los personajes secundarios como en
su propio pasado.
Sus diálogos rápidos y directos, su ironía afilada y su toque de inocencia
marcada en este caso por la pequeña Livia, crea un ambiente familiar donde cada
lector irá encontrando su lugar privilegiado.
Finalmente el pasado saldrá a la luz dando paso a un futuro prometedor.