Por Raúl Gotor
Una
taza caliente (rellénese al gusto), una manta, algo de picar y preferiblemente
un asiento al lado de una ventana desde donde observemos la lluvia caer.
Perfecto. Ya sólo nos falta La llamadadel ángel de Guillaume Musso
entre las manos… et voilà, tarde inolvidable.
La
llamada del ángel se trata de una historia envuelta en un papel de regalo que
nos puede atraer o no en un primer momento: dos desconocidos se topan de frente
en el aeropuerto JFK e intercambian por descuido sus smartphones. Nos podría
parecer la típica escena que da paso a una película romanticona para dormir una
tarde de sábado frente al televisor. Cuán equivocados estaréis...
De
la mano de Debolsillo, Guillaume
Musso nos desenvuelve su regalo poco a poco, página a página, en una primera
parte donde cómo gato y ratón los personajes se dan cuenta gracias a sus
móviles que tienen más en común de lo que quizás desearían tener.
Una
primera parte donde los personajes se nos definen con una maestría llana e
impecable que os hace desear que la taza de (¿chocolate?, va, ¡chocolate!) no
se acabe nunca.
El
regalo se nos ha presentado, hemos picado. El (¡chocolate!) se nos ha acabado.
No importa si fuera llueve o no, porque la historia nos ha atrapado y nos vemos
inmersos en una novela policíaca, donde el amor da paso a la acción, la intriga
y las casualidades que nos unen para siempre.
¿Cómo
podemos pasar de una historia ñoña, de amores imposibles, de desencuentros
furtivos a una persecución donde la vida de los protagonistas pende de un hilo?
La
mano de Guillaume nos lo muestra de manera excepcional creando arcos
argumentales elaborados cómo ya hizo con novelas anteriores, como por ejemplo,
¿Y después?
Madeline
es una chica con fuerte carácter, Jonathan no ha tenido demasiada suerte en su
vida a raíz de su divorcio y el declive de su negocio. Personajes antagónicos
en un principio que llegarán a complementarse, a su manera, como piezas en una
máquina bien engrasada. La teoría de los seis grados cobra más fuerza que nunca
en esta novela que Debolsillo nos presenta como un ejemplo más de la gran
fuerza narrativa que tiene Musso.
Unos
protagonistas fuertes, una historia totalmente atrayente que hará que no dejes
de leer hasta el final creyendo aquello de “no están hechas para mí las historias
de amor”. Una vez acabada la novela las conclusiones serán tuyas, pero habrá
algo de lo que no podrás escapar: nuestro presente se forja por aquello que
hicimos (o nos hicieron) en el pasado, y nuestro futuro será más comprensible
si atendemos a las respuestas de un pasado inconcluso.