Por Raúl Gotor
Y para leer de todo un poco, llega a mis manos Noah, de Sebastian Fitzek: novela de intriga, policíaca y suspense (un
género que tenía olvidado hace un tiempo) que nos lleva por los caminos más
actuales y controvertidos de la historia de la humanidad.
Gracias a Ediciones
B podemos disfrutar de un thriller auténtico, narrado a garra descubierta,
dónde se nos presentan unos personajes vivos, capaces y con un halo de misterio
que los envuelve en cada una de sus 462 páginas.
Sebastian Fitzek, conocido escritor alemán de suspense,
licenciado en derecho y que anteriormente trabajó en televisión como editor y
programador es el culpable de desasosegarnos ante el periplo de Noah. Su faceta
televisiva se plasma en el transcurso de la obra donde la trama se nos presenta
de manera cohesionada y con un argumento que no cede espacio al aburrimiento.
Noah es su personaje protagonista: enigmático,
arrebatador y seguramente asquerosamente sexy en persona que nos hace pensar en
el típico protagonista de cualquier tv-movie policíaca. Su principal problema
reside en que no recuerda ningún dato personal salvo un nombre tatuado en la
palma de la mano: Noah.
Una novela que te hace pensar sobre temas tan delicados
como emergentes: la superpoblación mundial, su futuro y el de nuestro planeta y
quiénes son realmente los que mueven los hilos de todo esto.
Si eres un entusiasta de los complots internacionales,
las conspiraciones a nivel mundial y las paranoias económicas y humanas éste,
sin duda, éste es tu libro.
Desde Berlín hasta Roma, Noah deberá, junto a su recién
amigo Óscar y Céline, periodista de Nueva York, descubrir quién es realmente y
que tiene que ver él con la “Gripe de Manila”, el “ZetFlu”, la inmigración
ilegal, el fast-food y las asociaciones clandestinas de gente poderosa entre
otros temas candentes.
Sin apenas darte cuenta acabarás sumergido en esta novela
donde tú mismo, no entenderás hasta el final qué tiene que ver Noah en tal
entramado. Una novela que te nutre sin parangón con un final redondo, con giros
inesperados y sin fisuras en la trama.
Si hubiera que poner una pega sería en todo caso el
epílogo, donde el autor del libro se responsabiliza de explicarnos unas razones
las cuales creo deberían ser personales y dejar que cada lector sacara sus
propias conclusiones.
Defecto profesional supongo, pero gracias a ésta
profesionalidad nos hallamos ante una gran novela del thriller psicosocial
actual.