El título de Diccionario
del Diablo se presentó por primera vez en 1881 para englobar una serie de
definiciones satíricas, irónicas y con una buena dosis de lección moral y
porque no decirlo malaleche, en la revista semanal Wasp en una columna bajo el
título de “Parloteo”.
Su autor, Ambrose Bierce se decidió por ser periodista tras haber luchado por su país en la
Guerra de Secesión y tras ser herido y ver su futuro estancado decidió luchar
con el lenguaje, el papel y la tinta en lugar de con un mosquete.
Tras muchos años, en 1911 se publicó este diccionario como
volumen único y completo. Abundan la burla a los políticos, unas definiciones
plausibles hoy en día y a personajes de la sociedad del momento sin olvidarnos
de los estamentos de la sociedad incluyendo la Iglesia.
El cinismo, la verdad según el ojo que la contempla o la
cuenta y la realidad alternativa sigue de moda y sus definiciones son
brillantes, concisas, a la vez que invitan a reflexionar, también aportan ideas
al lector para crear las suyas propias.
El Diccionario del Diablo, construido a lo largo de más de
treinta años, lleva hasta el extremo esa filosofía cínico-humorística que ya
empezó a profesar de joven. Catálogo implacable de fallas morales que corroen a
los seres humanos, por sus páginas desfilan ejemplos diversos de inmoralidad,
egomanía, hipocresía, avaricia, estupidez, falsedad, intolerancia, lascivia,
gula, pereza, cobardía, envidia, orgullo, egoísmo.
Esta edición presentada por Libros del zorro rojo y encuadernada en tonos ocres, negro y rojo
refleja la oscuridad de la verdad y la sangre vertida en las mentiras. Un
diccionario que sabe a poco, que hay que leer con ironía y entrelineas para
descubrir no solo alguna que otra verdad, sino los fantasmas que atormentaban
al autor y a su época.
Del mismo modo hay que destacar las ilustraciones de Ralph Steadman, un brillante
caricaturista que le toma el pulso perfecto a las descripciones, con manchas y
borrones incluidos consigue crear pura magia con su pincel. Sus letras nos
introducen como índice al diccionario y sus caricaturas a página completa están
llenas de pequeños detalles que crean un gran y maravilloso caos.
Me gustaría ofreceros una de las entradas de este volumen
que ilustra a su vez la contraportada: “Diccionario: Malévolo recurso literario
para entorpecer el desarrollo de un idioma y darle dureza y rigidez. Sin
embargo, este diccionario es una obra extremadamente útil”
Debo destacar el trabajo realizado por Marcial Souto quien ha seleccionado y traducido las entradas de
esta obra.
Muchas verdades que no nos gustan escuchar están entre sus
vocablos, solo debéis dejaros llevar, abrir la mente a nuevas posibilidades
léxicas y descubriréis aquello que no se dice por educación u omisión pero que
se piensa con la razón.
Ni todo es blanco, ni todo es negro, demos un toque de
vidilla a un léxico obsoleto.
Extraño pero interesante
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