Debolsillo nos presenta el final de la trilogía de Irene Cao, una serie que empezó con “Yo te miro” y “Yo te siento”,
dejando para el final “Yo te quiero”,
tres títulos que reflejan el espíritu de la trilogía como si el lector
conociera a sus personajes, primero nos fijamos en sus personalidades, en sus
aspectos, en aquello que vemos, poco a poco nos introducimos en su mundo, los
empezamos a comprender, los sentimos como viejos amigos, los cuales comparten
sus confidencias con nosotros y finalmente nos enamoramos de sus historias, nos
perdemos en los paisajes italianos.
Dicen que a veces hay que tocar fondo, caer y caer, hasta
tocar el suelo con todos tus huesos, has de romperte en mil pedazos, dejarte
llevar, abandonar el camino y quedarte solo para por fin reencontrarse con uno
mismo y dejar de estar solo, a partir de ese momento catártico podemos empezar
a reconstruir aquella persona que fuimos antes de caer, nunca palabras savias
fueron tan acertadas como estas para mostrar la Elena que se encierra y esconde
en Yo te quiero.
Leonardo le ha roto el corazón, ella ha desgarrado su
relación con Filippo, se ha despachado con su amiga del alma Gaia y Paola se
aleja de ella aunque siguen compartiendo piso.
Una Elena fría e insensible que sobrevive entre copa y
copa, y desfila cada noche con un hombre distinto, con el corazón destrozado
solo desea sentir y olvidar, pero cuanto más trata de olvidar más recuerda y
cuanto más intenta sentir más insensible se siente. Un caparazón cada vez más
grueso cubre nuestra vieja Elena.
Todo cambiará gracias a Lucrezia, el ancla de su mal, y
un trágico accidente que la lleva al hospital donde se reencontrara con
Leonardo, juntos intentaran resarcir sus corazones en la isla de Estrómboli, un
lugar idílico, un pequeño paraíso escondido a plena vista donde palpita el
corazón de la Tierra, el volcán Iddu.
Un lugar que quedo en el recuerdo de muchos cinéfilos
gracias a la película “Stromboli, terra de Dio” de Rossellini y protagonizada
por Ingrid Bergman y que yo he descubierto gracias a la mención de ella en la
novela.
¿Podrá el tiempo y el amor
recomponer a Elena y a Leonardo? Dicen que no importa el final del viaje, sino
el camino recorrido, y a ellos aún les queda camino por recorrer.
Una novela que deja atrás la
sensualidad y picardía para embarcarse en un viaje donde los sentimientos
fluyen libremente encontrando su camino página tras página.
La prosa fluida de la autora y
sus descripciones que crean imágenes vívidas en la mente del lector, crean con
el paisaje un personaje nuevo que interactúa de manera muy directa marcando
tempos distintos, calmas en Estrómboli, dinámicas más rápidas en Messina e
incluso caóticas en Roma.
Nada mejor para termina que un toque especial a una
pareja que nos ha regalado momentos gloriosos llenos de lujuria, de
sentimientos profundos y de perdida. Una
trilogía donde los personajes secundarios crean ambiente de familiaridad y el
arte del gusto y el sabor combina a la perfección con el arte que se esconde
tras firmas de pintores y escultores pasados. Un choque entre lo moderno y lo
clásico, entre el pasado y el presente que catapultará al lector al futuro.
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