Jean-Christophe
Rufin, es un gran
desconocido para la mayoría de nosotros, es médico, escritor, académico y
diplomático francés. Electo en 2008 para formar parte de la Academia Francesa,
donde es el miembro más joven. Fue presidente de la ONG Acción contra el hambre
y embajador francés en países como Senegal o Gambia.
Su novela “L’abyssin” (1997) recibió
el Premio Goncourt y el Premio Mediterranée, por su novela “Les Causes
perdudes” (1999) recibió el Premio Interallié y el Premio Erwan-Bergot, y por
su novela “Rouge Brésil” (2001) el Premio Goncourt y el Gran Premio de
l’Academie de marine.
Y,
como si todo ello fuera poco, a un hombre tan versátil y polifacético se le
pueden añadir títulos como el de Caballero de la Legión de Honor, Caballero de
la Orden de Artes y letras, Doctor Honoris causa de la Universidad Laval
(Quebec) y Doctor Honoris causa de la Universidad de Lovaina (Bélgica).
Hoy,
muchos de nosotros le descubrimos gracias a la publicación de su última novela
en estilo de ensayo El camino inmortal,
que nos acerca la Editorial Duomo,
una editorial fiel a ofrecer a sus lectores autores y títulos de gran calidad.
Nuestro
protagonista es el propio autor que nos revela su viaje por el camino inmortal,
el camino de Santiago, un camino que realizó como peregrino y por el cual
conoció a personajes curiosos y lo mejor de todo, se perdió y se reencontró
consigo mismo.
Una
narrativa muy descriptiva nos llevará junto a su mochila de peregrino a
descubrir bellos rincones y parajes del camino, haremos nuevos amigos que nos
mostraran su manera de vivir el camino, sus sueños y esperanzas, personas que
dedican su tiempo y parte de su vida a ayudar a los viajantes en su travesía.
Una
experiencia espiritual y vital donde el descubrimiento de la fe, la bondad y la
superación personal se dan de la mano en un acto de constricción y respeto.
No
hay mejores palabras que las del propio autor para reflejar el sentimiento del
peregrino “… de una manera eminentemente cristiana, el alma minúscula del peregrino,
está henchida de orgullo. Pues aporta al Apóstol una cosa infinitamente
preciosa… su sufrimiento, su tiempo, su esfuerzo, la desdeñable y sublime
prueba de su devoción, esos millones de pasos dados a lo largo de todos los
tiempos y en los más duros caminos para llegar hasta allí.”
Una
lectura que atrapa al lector en su camino, página a página, línea a línea hasta
dibujar una postal que algunos de ellos podrán enviar desde Santiago.
Nos
encontramos frente a la exposición pública de una experiencia muy personal,
donde el autor desea compartir su viaje con los peregrinos que quizás en un
futuro pasen por ese camino inmortal que ha perdurado al paso del tiempo y que
de bien seguro permanecerá con un espíritu inquebrantable para generaciones
futuras.
Una
historia que podría ser la de cada uno de los peregrinos que se encuentran por
el camino, con sus botas pesadas, sus pies en carne viva, sus noches frescas en
alberges y sus charlas con desconocidos. Un viaje lleno de anécdotas, de
ilusiones y de bellos parajes, donde no faltan giros irónicos ni un humor
peculiar.
Dicen
que la fe mueve montañas, pero en este caso ayuda al caminante a hacer camino,
dado que se hace camino al andar.
No
importa si creéis o no, que religión profeséis, lo importante es la experiencia
vital que se extrae de un camino, olvidad el inicio y el final, la vida en sí
también es un camino y todos caminamos por él.
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