Hoy me he reencontrado con la última novela de Noe Casado de la mano de Esencia.
Las mujeres que me han jodido la vida es su sugerente título y su portada nos muestra a un hombre joven jugando al billar, dominando con el taco como si el tapete fuera el mundo y él por su voluntad y habilidad pudiera decidir sus futuros movimientos.
Dado su título la portada sugiere como si la bolas fueran mujeres en su vida y como él las va eliminando del juego, apartándolas de su vida sin ningún remordimiento, así nos lo dice la contraportada “El fin justifica los medios, y por ello no me arrepiento de nada de lo que he hecho”.
Nuestro protagonista es Gael a quien conoceremos en su infancia junto a su mejor amigo Roberto, dos chicos guapos pero un poco zoquetes que se las ingenian para que Chelo, la lista de la clase les ayude a estudiar.
Durante unos años la relación de los tres se va complicando hasta el punto que Gael y Chelo llegan a un punto muy personal, aunque todo termina de golpe y con un secreto que años más tarde Gael descubrirá por las malas.
Zoe, es el secreto, su hija, una joven que necesita un donante de médula para sobrevivir, así que Chelo reaparecerá en su vida mostrando la clase de mujer avariciosa y víbora que es.
Un hecho que desmontará la vida de Gael, quien es nuestro protagonista y narrador, algo no muy común en la novela romántica y picante dado que normalmente son las mujeres las protagonistas y quienes nos explican sus historias.
Creo que es un acierto presentar la novela desde otro punto de vista, del mismo modo que no todas las parejas son iguales y no siempre el problema son ellos o ellas.
El personaje de Gael ha logrado salir de un hogar humilde para ser un abogado importante, un playboy con las mujeres y un hombre a quien los daños colaterales de sus actos no le importan o más mínimo. Un protagonista con el que me ha costado empatizar.
Aunque en la vida no todo es blanco o negro y siempre hay alguien que nos muestra el camino correcto y nos acompaña mientras mejoramos y crecemos, puede ser un amigo como Roberto o una mujer como Eliza a quien debéis conocer por vosotras mismas.
Una historia lineal, con grandes dosis de ironía, actual, sin giros argumentales complicados, una trama ligera con puntos muy calientes para pasar un buen rato de lectura y con su punto de drama.
A veces para poder sonreír hay que aprender a llorar.
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