Había una vez, un hombre
visionario que veía más allá de la realidad, la vida en si misma era un cuento
de hadas en el cual cada uno decidía si era príncipe o villano, si era un pobre
patito feo o una sirenita, si vestía el traje nuevo del emperador o si por el
contrario era una Pulgarcita.
Ese hombre nos ha ayudado a
conciliar el sueño desde que bajo su pluma relató por escrito más de ciento
cincuenta vidas, erigiéndose como uno de los mejores contadores de cuentos de
todos los tiempos y, durante generaciones, alimentando la tradición oral con
narraciones vivaces y llenas de encantamientos, por descontado estamos hablando
de Hans Chiristian Andersen.
La tristeza, la soledad, el
amor, la ambición y la valentía confluyen en los cuentos de Andersen, desplegando
una sensibilidad propia de las historias para niños y susceptibles de
encandilar también a los adultos encargados de leerlas.
Cuentos de hadas vio la luz con una
extraordinaria primera edición de tan solo 125 ejemplares, numerados y firmados
por el artista, que le valió el reconocimiento mundial en el ámbito editorial,
pero hoy, gracias a Libros del zorro
rojo podemos disfrutar no solo de los cuentos originales, sino también de
las ilustraciones que Harry Clarke
con su estilo vanguardista, oscuro y repleto de detalles nos ofrecen el
complemento perfecto, detallista hasta el extremo, con gran vivacidad y un
juego de luces y sombras encontradas entre el blanco y el negro.
De Harry Clarke podemos
disfrutar también sus ilustraciones que realizo para “Cuentos de imaginación y misterio” de Edgar Allan Poe que también encontrareis en la misma edición.
Un dúo de volúmenes donde la
ilusión de los cuentos repletos de moralejas y personajes no tan brillantes se
combina con la tenebrosa y oscura visión de la vida y la muerte. Dos maneras de
vivir la vida y de transmitir el sentir y el pesar de dos grandes autores de la
literatura universal.
No debemos olvidar que este
volumen de Cuentos de hadas tiene tres autores, el escritor, el ilustrador y el
traductor, un personaje que acostumbramos a olvidar y que en cierta manera es
una pieza fundamental en la transmisión de la intención del autor, así que no
voy a dejar de mencionar a Enrique
Bernárdez, quien merece ser reconocido por tan encomiable labor.
Un volumen excepcional para
grandes y pequeños, una joya que recoge nuestros recuerdos de la infancia,
nuestros sueños de ser mejores y la capacidad de educar a través de la ilusión
y de la fantasía.
Así que esta reseña lleva su
propia moraleja, si queréis vivir una fantasía y ver la vida desde un prisma
diferente, no podéis dejar escapar una joya escondida entre papel y tinta.
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