Anabella Franco nos sedujo, nos conquistó, nos enamoró con “Nada más que una noche” y por fin ha llegado su segunda parte Una noche con ella.
En la primera entrega conocimos a una familia disfuncional donde tres
hermanos sobrevivían en una vida muy dura y aunque la autora se centró en la
hermana mayor y en mostrarnos un Buenos Aires desconocido por muchos de
nosotros no se olvidó de dejar huella con el resto de personajes.
Hoy podemos decir que hemos conocido mucho mejor a Helena, la hermana
mediana, una joven con el alma vieja, cansada de su propia vida, que ha vivido
en la oscuridad demasiado tiempo y que gracias a la ayuda de su hermana y su
cuñado ha empezado de nuevo, ha salido del mundo de la noche, ha dejado atrás
el asco y la repulsión que sentía por sí misma y ha decidido ir a la facultad y
trabajar de recepcionista en un hotel.
En la antigua vida de Helena conoció a Mariano, un hombre autodestructivo
con un pasado cruel que le arrebato a su familia, un hombre que considera que
merece morir y que lentamente tienta a la muerte consumiendo droga. Él es el
dueño de la cadena de hoteles donde trabaja Helena y tras una noche donde reino
el silencio entre ellos decide iluminar esos ojos hermosos y mostrarle lo que
es volver a sentir.
Dos personas marcadas por su pasado con un trato establecido que se escapa
cuando los dos se enamoran, Helena se lo confiesa, Mariano se resiste, pero la
simple idea de perderla le hará cambiar y luchar por ella, por él mismo y por
hacer justicia con aquellos que le arrebataron a su familia.
Helena ha encontrado a su ángel negro, y Mariano su ángel de luz.
Esta entrega nos muestra que hay que luchar por la vida, que aunque los
cambios den miedo hay que apostar por ser mejores, que casi nada es imposible y
que el pasado debe quedarse en el pasado aunque nos haya llevado hacia un buen
presente y a un futuro con grandes sueños.
Hay que soñar, hay que luchar, no nos podemos rendir ante las situaciones
que no podemos cambiar pero podemos adaptarnos y decir NO, dejarnos ayudar por
aquellos que nos quieren y cambiar nuestro propio destino.
Me encanta la relación de Helena con su hermana Lavina, son dos ramas que
han crecido juntas pasando por las mismas dificultades, aunque una se fue
fortaleciendo y plantó cara y la otra creció en la oscuridad y se fue
debilitando hasta un momento donde ya no pudo más.
Anabella Franco no solo nos cuenta la historia fascinante de
Helena y Mariano, sino que sigue mostrándonos cómo evoluciona la vida de
Lavinia y de Nick, de la madre de las chicas y de su pequeño hermano Héctor.
Si no habéis leído la anterior entrega no pasa nada dado que la autora nos
da las suficientes migas de pan para ir construyendo lo básico para no perder
el hilo, pero en este caso yo os recomiendo que lo leáis, así descubriréis que
aun siendo dos novelas continuas son muy diferentes.
Vergara apuesta por una autora actual, fresca, seductora
y que combina a la perfección una faceta romántica con una faceta introspectiva
de los personajes sin olvidarse de presentarnos su hogar, Buenos Aires, una
ciudad que espero poder visitar y donde la rueda de la fortuna me ha llenado de
amigos en la distancia.
Quizás allí encuentre a mi ángel negro.
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