¡ Abajo el colejio!
Nuestro protagonista es el personaje de Molesworth que nació en la
revista Punch durante los años cuarenta, y resultó un éxito instantáneo. Los
cuatro libros de la serie lo confirmaron como uno de los más incombustibles
clásicos modernos de la literatura inglesa del siglo XX. Su estilo, en este y
los siguientes libros, fue comparado con el del Evelyn Waugh.
Un libro que transporta a todo lector a los años de la
infancia cuando ir a la escuela era un suplicio y todo se magnificaba de forma
exagerada. Nuestro narrador es el pequeño Nigel Molesworth, un pupilo interno
en el infernal colegio San Custodio, y que en palabras del pequeño Nigel fue
construido por un lunático en 1836. No es un alumno modelo, prefiere saltarse
las clases y hacer gamberradas con Peason, su mejor amigo. Es indisciplinado,
pero tiene un brillante ojo clínico para hacer radiografías de todo lo que le
rodea.
Realmente no queda personaje sin repasar, ni títere con cabeza, conoceremos
gracias a las ilustraciones de Ronald William Fordham Searle y las brillantes
descripciones en manos de Herbert Geoffrey Willans al director, los maestros,
los compañeros y al hermano pequeño de Nigel, Malesworth-2, a quien atiza en
cuanto tiene ocasión.
¡Abajo el colejio! es un manual de instrucciones para la
vida escolar destinado a los alumnos y a sus padres, ya que según nuestro
narrador la escuela es un valle de lágrimas. Esta novela inaugura las aventuras
del famoso colegial Nigel Molesworth, un claro antecedente inglés del Pequeño
Nicolás y gran éxito de ventas en Gran Bretaña en los años cincuenta.
Es una obra muy entretenida, con una escritura llena de errores
ortográficos propias de un alumno torpe, hilarante, dinámica y muy rica en
ilustraciones. Es como si hubiéramos confiscado la libreta de un alumno de su pupitre
y estuviera llena de críticas, burlas y reflexiones más o menos profundas sobre
todo lo que le rodea.
Todos hemos sido alumnos, todos hemos pasado buenos y
malos ratos a la escuela, todos hemos sufrido una asignatura que se nos atravesó
o un profesor que no podíamos ver ni en pintura ya que nos tenía manía,
¿verdad?, Pero como maestra he de reconocer que hay puntos que me han tocado un
poco la moral, no todos los maestros son, somos, como Malesworth los pinta.
Aunque dice alguna verdad.
Jon Bilbao ha hecho un gran trabajo en la traducción, creo
que ha respetado absolutamente el espíritu original de la obra que consigue
mostrar el alma del pequeño "angelito".
Muy recomendable para todos, grandes y pequeños, para
padres, alumnos y maestros. Todo aquel que haya puesto un pie en la escuela
descubrirá algunas pequeñas migas de pan en las que verse reflejado. No os la perdáis.
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