dimecres, 20 d’abril del 2022

Tokio, estación de Ueno

Como muchos ya sabéis me gusta mucho descubrir nuevos aspectos de la cultura oriental, así que en cuanto nuestros queridos amigos de la Editorial Impedimenta publicaron Tokio, estación de Ueno, no me pude resistir.

Una novela ganadora del National Book Award 2020 nos estaba esperando firmada por Yu Miri, una voz desconocida para mi hasta el momento y que me ha sorprendido por su prosa directa, sus frases cortas, concisas y que dicen mucho con muy poco. Hasta que no acabé su lectura no pude comprender la grandeza de las palabras “Una historia que golpea el estómago y conmueve a los lectores. Una de las mejores novelas japonesas modernas”.

Me costaría muy poco describir esta historia en pocas palabras, tristeza, soledad, humanidad o la falta de ella, conciencia, familia, perdida, olvidado, invisible… la verdad es que siendo una novela corta da para mucha reflexión sobre la vida y sobre la sociedad Japonesa aunque bien se puede aplicar a cualquier sociedad moderna.

La portada me gusta, una representación de la Estación, un punto de inflexión para nuestro personaje, un lugar de inicio y final, un lugar que te puede llevar a casa o lejos de ella… ¿Quién sabe que tren cogerá?

Nuestro protagonista es Kazu quien comparte fecha de nacimiento con el Emperador Akihito (actual Emperador Emérito) y su hijo Kōichi nació el mismo día que el Emperador Naruhito. Pero sus vidas son la oposición completa.

Kazu deja su pueblo y a su familia, mujer e hijos para ir a Tokio a trabajar duramente como obrero y levantar las paredes de los Juegos Olimpicos de 1964, su vida se regia por el trabajo y ahorrar para la familia, una familia llena de sufrimiento, Kazu pierde a su hijo y cuando se jubila y vuelve a su pueblo de mayor su mujer muere y será su nieta quien quiera cuidar de él, pero como hombre mayor no quiere ser una carga y decide marcharse de nuevo a la ciudad con la mala fortuna que las inundaciones acabaran con su pueblo y con la vida de su nieta.

Así es como Kazu, se instala en un campamento de mendigos cerca de la estación, un lugar donde los hombres dejan de serlo y pasan a ser invisibles para el resto en una ciudad donde el consumismo y los adelantos no tienen freno.

Esta historia nos muestra desde el recuerdo del fantasma de Kazu su pasado y su presente, la cultura religiosa y del pueblo oriental, una vida atada al deber y una muerte olvidada para todos.

El hecho de una narración con una perspectiva desde la distancia, como si el fantasma viera pasar su vida fotograma a fotograma nos hace pensar en lo que crea realmente a una sociedad y como hay individuos que quedan fuera de ella y a los que preferimos no ver ni escuchar.

Una historia que anega los ojos y realmente golpea el alma de quien la lee.