dimecres, 29 de juny del 2016

El día que el cielo se caiga


Qué difícil es leer y escribir cuando las letras se emborronan por culpa de tener los ojos cuajados de lágrimas. Así es como me siento tras leer El día que el cielo se caiga de nuestra querida Megan Maxwell, quien con una gran carga de coraje ha escrito una novela donde estoy segura que ha dejado parte de su corazón, su alma y también lágrimas que comparte con sus lectoras.

Esta novela se sale bastante de lo que nos tiene acostumbrados, quizás si le intentará buscar una pareja entre su amplia bibliografía seria con “¿Te acuerdas de mí?”, dos novelas muy intimistas y profundas que se desmarcan del target picante de la autora.

Me va a costar mucho poder hablaros de esta novela, si os digo que he acabado con una caja de clínex no miento, pero su carga emotiva se va compensando entre la esperanza, el amor y la desgracia.

El día que el cielo se caiga habla de una familia formada por la buena voluntad, por el cariño puro y sincero y sobre todo por la voluntad de serlo. Nuestros protagonistas son muchos pero sus vidas evolucionaran y se centraran en Nacho y Alba, dos niños que decidieron ser hermanos y amigos de por vida y que tras su infancia y adolescencia la vida les separa aunque les reunirá poco después, entre ellos no  existen los reproches, se entienden con una sola mirada, se puede decir que son dos corazones que palpitan al unísono, juntos ríen y juntos lloran, juntos son más fuertes y capaces de enfrentarse a la más terrible de las batallas.

No os voy a decir nada de la trama, es como una montaña rusa emocional, donde brilla la esperanza, donde la familia te elije y no son los lazos de sangre los que los unen, aquellos que te quieren y te aceptan tal y como eres son tu familia y en esta novela la autora se luce de una manera excepcional.

Todos los personajes son muy importantes, los padres de Alba, la abuela y la yaya, los hermanos de Nacho Lena y Luis, Anthony y su familia, los amigos y sobretodo Víctor, un hombre que aparecerá y desaparecerá de la vida de Alba hasta ganarse el lugar que le corresponde en su corazón.

Nunca lo pensamos, pero a veces aquellos a los que vemos y saludamos todos los días, nuestros amigos y compañeros son más familia que un pariente que por la espalda te deja verde, deberíamos empezar a aprender a valorar lo que tenemos y soltar lastre de lo que no queremos.

Personalmente conozco un Nacho y una Alba, no por los motivos de la novela, sino por el mismo que habla la autora en su epílogo, cuando pienso en ello se me pone la piel de gallina y os aseguro que el planteamiento de esta novela podría ser tan real como la vida misma.

Gracias Esencia por este título, por hacerme llorar y pensar, gracias por presentarme unos personajes que me acompañaran durante mucho tiempo.

Deseo, espero que algún día el cielo se caiga y pueda ver a aquellos que me acompañan cuando cierro los ojos y me hacen sonreír.