Por Ángela Sánchez Vicente
Hoy
os queremos acercar una novela que nos muestra como la oscuridad que nos
protege también nos puede asustar, La
casa y el cerebro es una obra maestra de la literatura sobrenatural
inglesa.
En
una atmosfera grisácea, azul oscuro y negra encontramos a nuestro narrador
protagonista que desafiará sus temores y los consejos de sus seres más cercanos
decidiendo pasar una noche en una casa encantada con la única compañía de su
perro y su criado.
Un
ser fantástico atrapado en una habitación parece tomar el control de los
espeluznantes hechos que vivirá el aventurado inquilino.
Fantasmas,
espectros, espíritus, apariciones, distintas formas de nombrar a lo
innombrable. Pero, también, un fantasma es esa sombra que los nubla, esa angustia
que los cubre como un manto invisible.
Edward Bulwer-Lytton,
el gran maestro de lo fantasmagórico y la tensión temerosa que atrapa desde
un inicio y no te suelta hasta cerrar el libro de algún susto, nos muestra toda
su brillantez en esta novela ágil, dinámica y rapidísima de leer.
Es
un paseo por caídas de luces, muebles y objetos que se mueven a voluntad a la
vez que una reflexión sobre como el inconsciente nos hace tener temores
preconcebidos a determinados sitios, personas u objetos por la fama que tienen.
La maldad, la crueldad, la ferocidad y la oscuridad son fantasmas que los
humanos pueden ver porque creen en ellos.
Podemos
decir que hacen un pulso la casa y el cerebro de nuestro amigo que domina sus
miedos hasta averiguar el porqué de los hechos paranormales.
La
fantástica traducción de Arturo Agüero
Herranz nos permite disfrutar de las descripciones tenebrosas, de luces y
sombras que salían de la pluma de tan ilustre autor, un hombre que a través de
investigación mezclada con ficción creaba los mejores relatos de miedo opacando
obras tan ilustres como “El fantasma de Canterville” y “El cuervo”.
De
nuevo, gracias a la editorial Impedimenta
tenemos entre manos una obra clásica que no ha perdido ni un ápice de
chispa ni de intriga. Una selección de obras que nos acercan a aquello
contemporáneo a nuestros bisabuelos, las obras que dieron que hablar en sus
días y no deben morir en el decurso del tiempo.
Una
novela que se hace corta, que sabe a poco y parece que se podría haber estirado
un poco más aunque dicen que lo bueno viene en frasco chico y si breve, dos
veces bueno.
Os
la recomiendo, yo no me perdería un viaje a la Inglaterra del siglo XIX en un
clima de pasillos oscuros y ruidos de extraña procedencia. Ir al encuentro de sombras
en las sombras.
Una
novela con mucho poder comunicativo con el lector que hará las delicias de los
amantes del género y de la literatura clásica. Una novela victoriana que se
aleja al estereotipo de las mujeres hermosas que beben té con pastas en
jardines majestuosos con sus mejores galas y joyas por doquier.
Eso
sí, una recomendación a modo de prospecto farmacológico: léase con la luz
encendida y en las horas centrales del día pues por la noche todos los gatos
son pardos.