dimecres, 23 de gener del 2019

Los hombres de Texas no hablan de amor


No he podido parar de leer, Olivia Ardey me ha enamorado, seducido, emocionado, me ha hecho llorar como una madalena, he reído y he soñado, pero lo mejor de todo es que la lectura de su última novela Los hombres de Texas no hablan de amor me ha dejado una sensación de felicidad y paz al final.

Realmente me ha sorprendido la profundidad de su narración, me esperaba una novela dulce y romántica, con sus altos y bajos, tal y como dice la protagonista algo al estilo de Diana Palmer pero me he encontrado con mucho más, una explosión de sentimientos que traspasan el papel, unos personajes construidos capa sobre capa y que fluyen a través de la historia y que nos muestran sus almas y sentimientos.

La historia empieza presentándonos a Samantha, Sam, una niña sin padre y que pierde a su madre siendo muy pequeña, a partir de ese momento se transforma en la princesa de la casa de  Krystel y Anthony, dos personas que le inculcaran el amor por los libros y la literatura.

En su época universitaria viajará a Texas para estudiar la cultura y sus historias y allí conocerá a Jasper, un vaquero que es más de lo que parece y con quien vivirá una historia apasionada y a su vez el recuerdo más amargo de su vida. 

Ocho años después regresará para escribir la historia de la abuela de Jasper, a partir de este momento la narración se divide en dos, la historia de Sam y la de la abuela Mary. Dos vidas con puntos de inflexión y en ciertos momentos muy parecidas.

Conoceremos a Mary a través de la voz de su marido, el abuelo Simon, ella es una superviviente, una luchadora que encontrará el amor verdadero en Simon, un profesor de escuela que poco a poco logrará enamorarla. Una historia llena de amor y dolor, de rechazo, de pérdidas y a su vez nos situará en una época marcada por la guerra de Vietnam y los cambios políticos. En este punto no podemos olvidar a los personajes secundarios, a más de una la hubiera estrangulado.

Sam no será muy bien recibida pero poco a poco descubrirá cuál es su lugar y aunque la amargura y el rencor llena su corazón, este poco a poco se calmara, aunque la traición que ha sufrido tiene como culpable a alguien que no espera y que a su vez forma parte indirecta de la vida de Mary.

Dos historias que acabaran entrelazándose y uniendo a dos familias que por motivos del cruel destino podrían haberse unido generaciones atrás. Me ha sorprendido que ninguna de las dos historias anule a la otra, se equilibran a la perfección y los saltos en el tiempo están muy bien definidos y marcados. Me he enamorado de las dos historias, no podría decantarme por ninguna de ellas, ambas se complementan formando un todo.

Una historia creada por pedazos y retales de recuerdos, con añoranza del pasado y a su vez esperanza en un futuro, dos hombres que aprenden a amar con la mujer adecuada y dos mujeres que encontraran su refugio en el corazón de un hombre capaz de dejarlas ser ellas mismas.

Esencia nos regala algo más que la fantasía de un vaquero rudo y cañón, nos presenta una familia forjada en el amor y el cariño, capaces de luchar por mantenerse unidos ante las dificultades y con la sencillez que aporta la felicidad de los pequeños detalles como una tartaleta de limón, donde la amargura y el dulzor se mezclan a la perfección.

Un deleite para los sentidos. El único pero que le voy a dar es que se me ha hecho muy corta, apenas un par de tardes y ya me he tenido que despedir de ellos aunque he releído algunas partes que se quedaran de momento conmigo.

Una edición con el extra de una nota de Jasper, algunas historias contadas generación tras generación en Texas y su propia banda sonora.