Seguidme la corriente chicas, ¿recordáis cuando hablábamos de “Sígueme la corriente” y nos enamorábamos de los hermanos Ferrasa al completo y nos
divertíamos con sus locas esposas y sus amigas?
Hoy Megan Maxwell ataca de nuevo
con Oye, Morena, ¿Tú que miras?, nos
reencontramos con Coral y su gordincesa, con Yanira y las chicas, pero
sobretodo nos reencontraremos con Andrew, aquel chico que nunca repetía con las
mujeres, que prefiere a las pelirrojas y que es parco en palabras aunque con
una mirada lo dice todo.
Andrew es la armadura perfecta que esconde un corazón roto.
Casualidades de la vida o no, Andrew acaba viviendo en el piso de al lado
de Coral, ellos tuvieron su única vez pero aunque ella se hace la mujer de
hierro, en su corazón aquel hombre le robo el sentido.
Su proximidad se hará progresiva, la amistad que entablaran y el cariño de
él por su pequeña no ayudaran a Coral a olvidarse de él, pero cuando su
gordincesa se marcha un mes con su padre, Andrew decide llevarse a Coral a su
casa, un rancho increíble donde el mal rollo y la tensión se corta con un
cuchillo.
Allí conoceréis a sus hermanos, unos brutos adorables menos uno, ya
descubriréis cual, una madre abnegada que los adora, una sobrina adolescente y
una abuela a la que todas querréis estrangular, una descendiente de indios con
unas normas muy fuera de época.
Hacía tiempo que no me reía tanto, Coral es un personaje capaz de sacar lo
mejor de los demás y lo peor de sí misma en los momentos de crisis y os aseguro
que en el rancho Aguas Frías las crisis son continuas.
¿Es que los hombres al ponerse el sombrero de vaquero se vuelven tontos, o
qué?
Las mujeres del rancho descubrirán y se contagiaran de la fuerza de Coral,
quizás sea un momento de autodescubrimiento, pero el resurgir de estas y como
Pocahontas (la gran matriarca) va perdiendo poder poco a poco es sublime.
La ironía, la sorna, el buen gusto, unos personajes increíbles que se hacen
querer u odiar, un paisaje descrito con todo lujo de detalle que parece una
fotografía en movimiento, el lenguaje cercano nos hace sentir que Coral es
nuestra amiga, querréis consolarla y abrazarla, animarla a perseguir sus sueños
y aconsejarla que haga caso a su tatuaje “Escucha el viento que inspira.
Escucha el silencio que habla y escucha tu corazón, que sabe”.
Coral es la bravura de un rancho y la delicadeza de un suflé.
Coral descubrirá el motivo por el cual Andrew no quiere repetir, aunque con
ella sucumbe al encanto, el problema llegará cuando sus sentimientos les confunden
a los dos, ¿solo están actuando, verdad?, sin olvidarnos de terceras y cuartas
personas que deciden que ella no es lo mejor para él y quieren su puesto.
Llegados a este punto solo puedo decir que perderse esta novela de Esencia es un gran desatino y que
muchas querrán gritar ¡Viva Wyoming! al terminarla.