dimarts, 8 de març del 2016

Oye, morena, ¿Tú qué miras?



Seguidme la corriente chicas, ¿recordáis cuando hablábamos de “Sígueme la corriente” y nos enamorábamos de los hermanos Ferrasa al completo y nos divertíamos con sus locas esposas y sus amigas?

Hoy Megan Maxwell ataca de nuevo con Oye, Morena, ¿Tú que miras?, nos reencontramos con Coral y su gordincesa, con Yanira y las chicas, pero sobretodo nos reencontraremos con Andrew, aquel chico que nunca repetía con las mujeres, que prefiere a las pelirrojas y que es parco en palabras aunque con una mirada lo dice todo.

Andrew es la armadura perfecta que esconde un corazón roto.

Casualidades de la vida o no, Andrew acaba viviendo en el piso de al lado de Coral, ellos tuvieron su única vez pero aunque ella se hace la mujer de hierro, en su corazón aquel hombre le robo el sentido.

Su proximidad se hará progresiva, la amistad que entablaran y el cariño de él por su pequeña no ayudaran a Coral a olvidarse de él, pero cuando su gordincesa se marcha un mes con su padre, Andrew decide llevarse a Coral a su casa, un rancho increíble donde el mal rollo y la tensión se corta con un cuchillo.

Allí conoceréis a sus hermanos, unos brutos adorables menos uno, ya descubriréis cual, una madre abnegada que los adora, una sobrina adolescente y una abuela a la que todas querréis estrangular, una descendiente de indios con unas normas muy fuera de época.

Hacía tiempo que no me reía tanto, Coral es un personaje capaz de sacar lo mejor de los demás y lo peor de sí misma en los momentos de crisis y os aseguro que en el rancho Aguas Frías las crisis son continuas.

¿Es que los hombres al ponerse el sombrero de vaquero se vuelven tontos, o qué?

Las mujeres del rancho descubrirán y se contagiaran de la fuerza de Coral, quizás sea un momento de autodescubrimiento, pero el resurgir de estas y como Pocahontas (la gran matriarca) va perdiendo poder poco a poco es sublime.

La ironía, la sorna, el buen gusto, unos personajes increíbles que se hacen querer u odiar, un paisaje descrito con todo lujo de detalle que parece una fotografía en movimiento, el lenguaje cercano nos hace sentir que Coral es nuestra amiga, querréis consolarla y abrazarla, animarla a perseguir sus sueños y aconsejarla que haga caso a su tatuaje “Escucha el viento que inspira. Escucha el silencio que habla y escucha tu corazón, que sabe”.

Coral es la bravura de un rancho y la delicadeza de un suflé.

Coral descubrirá el motivo por el cual Andrew no quiere repetir, aunque con ella sucumbe al encanto, el problema llegará cuando sus sentimientos les confunden a los dos, ¿solo están actuando, verdad?, sin olvidarnos de terceras y cuartas personas que deciden que ella no es lo mejor para él y quieren su puesto.

Llegados a este punto solo puedo decir que perderse esta novela de Esencia es un gran desatino y que muchas querrán gritar ¡Viva Wyoming! al terminarla.