Por Ángela Sánchez Vicente
Hoy
os presentamos una obra maestra que nos emocionará, nos angustiará, nos llenará
de esperanza en un cóctel muy selecto que sólo se puede degustar en este bar,
en El bar de las grandes esperanzas,
dónde sus personajes principales son tan pintorescos y diversos que otorgan a
la novela mil y un matices diferentes y a la vez unitarios.
El
día necesita de su noche, la luna de su sol, las lágrimas necesitan sonrisas y
el blanco necesita el negro.
Aquí
cada personaje es un polo opuesto, un ente creado con sumo mimo y una visión
psicológica muy profunda que nos ayuda a empatizar con esta pandilla que
ayudaran a nuestro nuevo amigo y protagonista a encontrar su rumbo.
Él
es un joven al que su padre abandonó al poco tiempo de nacer y gracias a los
esfuerzos de su madre logra llevar una vida normal aunque siempre faltará
llenar ese vacío que nadie más puede suplir.
Él
sabe analizar la vida y aprender, aprender y aprender de su entorno y de ese
bar donde van a contar sus penas, a celebrar sus alegrías, a buscar compañía o
la soledad de una copa llena.
Cada
cliente le enseñará algo y sabrá desteñir el negro y transformarlo en miles de
grises conociendo la condición humana y abasteciéndose de su gran sentido crítico,
empático y a su inteligencia emocional.
De
la pluma de J. R. Moehringer vuelve
a salir una obra maestra que nos llenará de emociones en este Septiembre ocre.
Ya
se ganó nuestro respeto con la obra “Open” que le valió un Premio Pulitzer y no
por casualidad. El talento es innato y si además le sumamos la gran humanidad y
una prosa con un ritmo muy bien acompasado podemos asegurar un éxito para
nuestros sentidos.
Gracias
a Duomo nos encontraremos en un bar
que se convierte en protagonista y personaje de la novela en una gran metáfora
de lo que es la vida en sí, lo que somos nosotros, lo que nos marca, lo que
superamos y la manera que tenemos de forjarnos nuestro destino.
Animaros
y entrar al bar. Seguro haréis buenos amigos.