Cada vez que elijo un título de la colección Emociones de
la Editorial Comanegra algo en mi
cambia, se sacude y crece, parece casi imposible describir como unos volúmenes
tan finos y delicados puedan esconder en su interior una gran profundidad y la
capacidad de cada autor para llegar de verdad al lector.
Esta vez me ha seducido Los cerezos en diciembre, la cultura y la filosofía oriental
siempre me ha gustado, quizás por ser aparentemente tan distinta a la
occidental pero con un fondo válido para todos, creamos en lo que creamos, dado
que en su fondo se centran en la naturaleza y en el ser humano.
Con una portada donde la sakura en flor envuelve a una
joven arquera, nos encontramos ya con la tercera edición ampliada y revisada
por su autor Ariel Andrés Almada,
quién pretende rendir homenaje al pueblo japonés después del terremoto de Fukushima.
Este volumen está formado por dos partes esenciales, la
primera es la historia de la joven Saki, una persona triste, desanimada, que no
comprende su lugar ni su propósito en la vida, para ella todo es negativo y
como un ataque desde fuera.
Es por este motivo que su padre la manda a practicar con
su antiguo maestro arquero Takumi, un hombre que no solo se dedica a enseñar
como lanzar flechas, sino que invita en cada clase a reflexionar sobre aspectos
visibles y no visibles a nuestros ojos y la mejor manera de afrontarlos.
Como muy bien dice el subtítulo del volumen “Cada problema
esconde siempre una oportunidad maravillosa”, no se trata de quejarse, sino de
aprender, de adaptarse y decidir qué hacer al respecto, una de las metáforas se
centra en el movimiento del bambú con la fuerza del viento, este se vuelve
flexible y luego regresa a su lugar. Hay que aprender a adaptarse a las
circunstancias, muchas no las podemos cambiar pero sí que podemos cambiar
nosotros en la manera de afrontarlas, podemos encerrarnos, podemos plantarles
cara, podemos huir… pero la circunstancia que nos ha llevado a ello es la
misma.
El invierno puede no gustarnos, ponernos tristes pero es
necesario para que llegue la primavera, así que solo nosotros podemos cambiar
como nos hace sentir buscando sus aspectos positivos y adaptándonos a él.
En este punto acompañaremos a Saki y a Kento, uno de sus
compañeros, a reflexionar sobre las palabras de su maestro.
En apenas 93 páginas he usado más marca páginas que en
grandes novelas, con una rica metáfora el autor nos invita a pensar, flecha a
flecha y con una frase inspiradora nos invita a una nueva clase del maestro.
La segunda parte del volumen recoge las reflexiones con
el punto de vista del autor, quien confía en que hayamos aprendido y no solo
leído, sino sentido y reflexionado.
Me quedo con ganas de desgranarlo más con vosotros, pero
creo que el camino que marcan las flechas hay que recorrerlo de manera
personal, en silencio y con la mente abierta al cambio.
He leído que esta historia se basa en “La ley del espejo”
de Yoshinori Noguchi, publicada en la misma colección y confieso que no puedo
esperar para leerlo.
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