La Editorial Umbriel nos hace un
regalo espectacular, una novela introspectiva y deliciosa donde se mezclan
sentimientos, afinidades y secretos de un grupo de desconocidas con quienes
deseareis pasar mil noches más.
Con una portada delicada llena de símbolos sobre la historia que esconde
entre sus páginas descubrimos a Las
chicas de Canterbury, y aunque no os lo creáis vosotras formareis parte de
su grupo.
Tal y como reza el prólogo de los “Cuentos de Canterbury” vamos a descubrir
el ansia de peregrinar.
Cher es una joven que nos va a invitar a su vida, una vida que ella creía
perfecta y que de repente se desmorona, su novio la deja y su madre ha muerto
dejándole una última voluntad, debe llevar sus cenizas a Canterbury.
Es así como por casualidad o el azar de la vida se encuentra en un viaje de
unos cien kilómetros desde Londres hasta el santuario de Thomas Becket en la
catedral de Canterbury.
Al principio su intención era hacer el viaje sola, pero se unirá a un grupo
organizado, dado que una americana como ella tiene todos los números para
perderse entre las sendas.
Juntas y desconocidas comienzan el peregrinaje y para hacerlo lo más
parecido a los peregrinos
de “Los cuentos de Canterbury” escritos por Chaucer a finales del siglo XIV deciden contar cada una algo de su vida, no todas
son sinceras por omisión pero realmente resulta encantador descubrir cómo cada
una de ellas ve el amor, la vida, la perdida y el dolor.
No os voy a contar las historias de cada una, pero sí que os las
presentaré, a Cher ya os la he presentado, Jean y Becca son madre e hija y su
relación no es muy fluida, Claire y Silvia, dos amigas de Texas con diversos
matrimonios a sus espaldas, Steffi una médico obsesionada con la vida sana,
Angelique una actriz venida a menos y Valerie una mujer muy parca.
Ellas serán guiadas por Tess, su joven guía quien hará de jurado para
descubrir quien cuenta la historia que sobresalga de las otras y como premio
ganará una cena.
Kim Wright nos presenta la historia narrada por Cher, pero
da voz a cada una de ellas cuando explican su historia, algunas de ellas en
primera persona y otras en tercera dando así un poco de distancia con la
protagonista.
Ágil, ligera y a su vez profunda y escrita con suma emoción, unos paisajes
descritos al detalle donde se marca la vertiente de la autora como escritora de
viajes.
Realmente lo que menos importa en esta novela es el destino, lo
verdaderamente importante es el camino donde aparte de conocer a sus
compañeras, cada una de ellas se conocerá mejor a sí misma.
Un imperdible para pasar un buen rato y descubrir aspectos de la vida que
tocan al lector y le invitan a pensar cuál sería su historia a contar.
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