Por Raúl Gotor
¡Por fin tenemos lo nuevo de Nicolas Barreau! El autor
que nos encandiló con “La sonrisa de las mujeres”, vuelve para cautivarnos con
una historia de amor, ilusiones y sueños a medio realizar. Nacido en Paris en
1980 es un escritor atípico, amante de su privacidad que estudió lenguas
románicas en Sorbona. Envuelto en libros (trabajaba en una librería francesa)
decidió encandilarnos él mismo con sus novelas obteniendo un gran éxito: “Me
encontrarás en el fin del mundo”, “La sonrisa de las mujeres” o “Atardecer en París”.
Espasa
Editorial nos ofrece esta maravillosa novela, encuadernada de manera magnífica (¡la
portada es bonita, pero el interior es todavía mejor!) y páginas intermedias con
viñetas infantiles de color azul, protagonista omnipresente del relato.
París
es siempre una buena idea nos acerca a la vida de Rosalie, una chica de familia
acomodada que nunca quiso una vida fácil y no se dejó amedrentar para poder crear
su propia papelería en París y convertirse en ilustradora.
Llena de deseos y de emociones ahogadas, vive su día a
día con René, su novio, sin mayor emoción que la cotidianeidad de no inhalar su
propia soledad. Marx Marchais, el escritor más famoso de Francia en cuentos
infantiles le ofrecerá la mayor oportunidad de su vida, ilustrar su próximo
éxito: El tigre azul.
Robert Sherman, proveniente de una familia americana de
importantes abogados, es experto en literatura. El destino hace que viaje hasta
París para sopesar una oferta como profesor en la Universidad de la Sorbona.
Un día, paseando por el barrio de Montmatre y en plena
transición existencial, se encuentra con una pequeña librería llamada Luna Luna
dónde la exposición de El tigre azul, hará que se enfrente con su ilustradora
para pedir explicaciones.
¿Qué esconde El tigre azul? ¿Por qué Robert se agita de
tal manera al ver el libro publicado en ese país?
Un pasado que permanece oculto y une demasiados destinos
hará que lo que comienza como un encuentro en forma de ataque se desarrolle
como aquella historia de amor que todos querríamos vivir en algún momento de
nuestras vidas.
Escrita de una forma muy grácil, ágil como suelen ser
este tipo de novelas, Nicolas nos sumerge en el mundo de personajes muy bien
definidos, una Rosalie soñadora, un Robert orgulloso pero comprensivo, un Marx
un tanto huraño, una madre (la de Rosalie) clasista y una Rachel (me reservo su
parentesco) muy… Rachel.
Una historia tierna, hecha para consumirla a pequeños
tragos donde, aunque previsible, la trama engancha. Nicolas nos ofrece una
oportunidad para escapar de nuestra monotonía y viajar a París donde, siempre
con la Torre Eiffel como centro de todo, deleitará a los amantes de historias
de amor únicas.
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