Una vez más, la Editorial Impedimenta nos sorprende con una
historia clásica presentada de manera impecable en una novela gráfica a cargo
de A. Dan y Le Roy bajo el título “THOREAU. La vida sublime”,
recordaremos una figura importante en la historia y una manera de pensar que
hoy en día sería considerada tan peligrosa como entonces, pero que en ciertos
aspectos nos podemos ver reflejados.
Además de tratar con rigurosidad las vivencias de Henry Thoreau, se
desprende un gran trabajo de investigación y documentación palpables en el
prólogo y en la transcripción final de la entrevista que uno de los autores, Le
Roy, le hizo a Michael Granger, profesor emérito de literatura americana del
siglo XIX en la Universidad de Lyon.
Si os preguntáis quien fue Henry David Thoreu, descubriréis en esta obra
que fue escritor, poeta y filósofo estadounidense, de tendencias
trascendentales y puritano. Autor de obras como “Walden” publicado en 1854 que
narra su vida en los bosques, ya que quiso experimentar la vida en la naturaleza,
por lo que en parte de esta obra reconoceréis sus años vividos en un bosque
cerca de Walden Pond, cerca de su familia y amigos en Concord.
Recordado sobre todo como autor de “La desobediencia civil”, en la cual
podemos entrever sus ideas políticas, unas ideas que se podrían resumir
afirmando que el gobierno no debe tener más poder que el que los ciudadanos
estén dispuestos a concederle, llegando al punto de proponer la abolición de
todo gobierno. Sus ideas influyeron a personajes como Lev Tolstoi o Mahatma
Gandhi.
Este
ilustrado, el segundo de la colección “el chico amarillo”, capta a la
perfección la esencia del carácter revolucionario de Thoreau a la vez que
realiza un agradable paseo por las ideas fundamentales de sus dos grandes
obras.
El
cromatismo juega con los tonos verdes y ocres, estos envuelven al lector en la
calidez de la lectura que combina de manera única la inteligencia de las
sentencias de los globos con un dibujo caracterizado por un trazo firme y
destacando a los personajes y su compleja emotividad por encima de los fondos o
marcos que acompañan sin robar protagonismo a la acción principal.
Un bombón
que nos ofrece Impedimenta y que se adapta a una de las frases más reconocidas
de Thoureau: “No importa cuán pequeño pueda parecer el comienzo: lo que se hace
bien, bien hecho queda para siempre”.
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